El papel de Barcelona
Dicho por un catalán como yo, parece como si el Mare Nostrum perteneciera a Barcelona, pero en cierto modo podría ser así si Barcelona supiera aprovechar las oportunidades que le brinda el haber sido designada sede del Secretariado de la Unión por el Mediterráneo (UpM).
Se acaba de cumplir un año desde que la UpM, impulsada por el presidente Sarkozy, viera la luz. Las dificultades no son pocas. En Europa, hay temor de que la UpM divida la Unión Europea en dos y de ahí que todas los países miembros, incluso los nórdicos, sean miembros de la misma. Desde las orillas africana y asiática, la UpM no puede ser una razón para acrecentar las dificultades internas de sus pueblos. Muy al contrario, la UpM contribuirá a la solución de los contenciosos de Palestina-Israel, Marruecos-Argelia, Sahara Occidental y la defección de Libia de la Unión.
Afortunadamente, a pesar de que la intervención militar israelí en la franja de Gaza suspendiera todas las actividades y diera al traste con todos los calendarios que se establecieron en la reunión de Marsella, el proceso fue desencallado recientemente gracias a la intervención del ministro Moratinos. No obstante, no todas las actividades quedaron palizadas y ahí esta la reciente contribución adicional de más de 70 millones de euros acordada por la Comisión Europea para invertir en los ámbitos prioritarios.
Las ambiciosas iniciativas de desarrollo empresarial, alta educación, descontaminación del mar, autopistas marítimas y terrestres, energías alternativas y la central solar mediterránea que persigue la UpM son todas ellas objetivos de gran trascendencia. De ahí que los políticos deben ponerse las pilas a fin de recuperar el tiempo perdido y proceder cuanto antes a la aprobación de los estatutos y al nombramiento de los presidentes y vicepresidentes del Norte y del Sur poniendo en marcha el Secretariado que deberá residir en Barcelona. El Mare Nostrum estuvo históricamente plagado de mitos como el de Poseidón que, con su tridente, controlaba el mar, y los de Jasón y los Argonautas. La UpM necesita la ilusión y los esfuerzos de todos para no alargar la lista de los mitos.
Barcelona, sus políticos y sus empresarios deben apretar el pedal a fondo para confirmar la centralidad mediterránea que históricamente posee la ciudad gracias a su expansión medieval hasta la orilla Este, el Consolat del Mar y sus grandes centros portuario e industrial, por no hablar de la influencia económica, cultural y artística de la Ciudad Condal. Barcelona debe mostrarse una vez más como "albergue de extranjeros y en sitio y belleza única", como exclamara Don Quijote al visitarla.
Ramón Mullerat. Socio de KPMG Abogados y ex presidente del Consejo de los Colegios de Abogados de la UE