Entre Génova y Diego de León anda el juego
Muchas han sido las versiones que han corrido sobre la cena del presidente del Gobierno con los máximos representantes de CEOE y los sindicatos en La Moncloa, y todavía no ha habido ningún desmentido a aquella que deposita en labios de José Luis Rodríguez Zapatero la pregunta que le trasladó a Gerardo Díaz Ferrán casi a bocajarro: ¿Vas de presidente de CEOE o de algo más? El interrogante tiene bastante miga porque tanto en el Gobierno como en la dirección del PSOE se asienta la idea de que la patronal ha decidido, debido a su cuarteamiento interno y a las presiones que le habría trasladado Mariano Rajoy, actuar a partir de ahora como si fuera un partido de oposición, dispuesto a apretar las tuercas a Zapatero y a la vicepresidenta Elena Salgado el próximo otoño en cuanto las cifras de paro vuelvan a dispararse y la tensión social pueda desbordar a los sindicatos.
La predicción que hacen no pocos dirigentes del PSOE apunta a que las entrañas del caso Gürtel van a seguir dando mucho que hablar aunque la tesorería del PP, instalada en Génova, 13, haya cambiado de manos. En palabras de un destacado dirigente socialista que ocupa una institución con bastante visibilidad, estaríamos sólo ante la "punta del iceberg", una sospecha que descansa en un dato objetivo: Luis Bárcenas, que todavía conserva su acta de senador por Cantabria, tiene a sus espaldas 30.000 folios de sumario, la mayoría de los cuales siguen bajo secreto.
Otro dato que no admite dudas proviene de la dificultad del PP para articular un discurso potente de oposición, incluso cuando el Gobierno ha pasado por algunos de sus peores trances. Aunque el CIS haya concedido por primera vez un punto de ventaja a Mariano Rajoy, en el PSOE se reconoce que el PP podría haberle hecho un boquete mucho más grande al Gobierno aprovechando la ruptura del diálogo social, los fallos cometidos en el alumbramiento del nuevo modelo de financiación o el goteo continuo de indicadores en los que todavía no se atisban los famosos brotes verdes. Flojea el discurso que sale de Génova, 13, y también el que fabrica un tanto improvisadamente el PP en el Congreso. No se puede luchar contra las leyes de la física y la experiencia de los últimos meses revela, además, que más del 50% del contenido de cualquier rueda de prensa convocada por los populares para vender sus alternativas o los males del Gobierno, ha estado copado por los asuntos judiciales que se ventilan en el Supremo o en los tribunales superiores de Madrid y Valencia.
La dimisión de Bárcenas ha sido un paso para evitar que esto vuelva a ocurrir en el futuro, pero todavía le queda al primer partido de la oposición un largo calvario político y judicial en nada ajeno a la contaminación que esparció en su día Francisco Correa en casi todos los lugares que frecuentó en los aledaños del poder.
Lo previsible es que la Mesa del Congreso no tramite el suplicatorio solicitado por el Supremo contra Bárcenas y Jesús Merino hasta mediados de septiembre. En la intención del juez y del fiscal que investigan el caso está solicitar nueva documentación a la Agencia Tributaria, a los bancos y a los propios imputados. Aunque dentro de unos días el PP obtenga algo de oxígeno proveniente de las decisiones judiciales sobre Francisco Camps que se adopten en la comunidad valenciana, el caso Gürtel seguirá siendo para la actual dirección del partido un pesado lastre que entorpecerá la puesta en escena de un proyecto alternativo.
Es en este contexto donde Mariano Rajoy corre el riesgo de que sea la actual CEOE instalada en Diego de León, 50, la que suplante su papel en el ámbito económico, al menos en lo que afecta a la denuncia de una coyuntura que el PP no ha acertado a explotar en algunas de sus principales aristas.
En Génova, 13, reconocen que estos problemas existen, pero no creen que vayan a modificar el guión que Pedro Arriola, el sociólogo de cabecera de Rajoy, ha compuesto sobre la manida tesis de que las elecciones las pierde el partido que gobierna y nunca las gana la oposición. La eficacia de colocarse de perfil ha podido ser constatada hasta ahora por el PP en las elecciones gallegas y en las europeas, donde puede decirse que Rajoy salvó su liderazgo tras quedar orillada la asonada que le tenían preparada en su propio grupo parlamentario.
La duda que se alberga en el equipo económico que rodea a Rajoy es si la actual CEOE logrará resistir el embate de un Gobierno que por tierra, mar y aire ya ha emitido la advertencia de que Gerardo Díaz Ferrán ya no es un interlocutor reconocido en La Moncloa. Desde el propio PSOE se hace hincapié en la fragmentación que sufre la patronal como consecuencia de unas organizaciones sectoriales que claman por cerrar esta legislatura cuanto antes y por endurecer al máximo el ejercicio de la oposición, frente a los intereses, más inclinados al sosiego, de las grandes empresas.
Un destacado miembro del PP comentaba hace unos días que en sus viajes por provincias había detectado en los empresarios un malestar sin precedentes contra el Gobierno y también una falta de comprensión hacia una oposición que consideran tímida en exceso, por emplear palabras educadas. La respuesta de este dirigente, en los casos de mayor calentura empresarial, ha sido algo evasiva: "A quien le tenéis que protestar no es a mí sino a vuestro jefe Gerardo, para que piense también en vosotros". El jefe de la patronal parece haber tomado buena nota.