Cuestiones pendientes
Porsche sigue como siempre. El fabricante alemán de coches deportivos anunció de madrugada que prepararía una ampliación de capital de al menos 5.000 millones de euros. Luego, con el amanecer, llegó la noticia de que Wendelin Wiedeking, el presidente ejecutivo, había sido destituido, junto con el jefe financiero Holger Haerter. Pero no había el menor indicio de por qué esas decisiones se habían convertido en necesarias.
Es otra señal de que, en términos de gobierno, Porsche parece una compañía de familia pueblerina intentando solucionar una escisión mayor entre clanes fundadores. Todo el mundo sabe, por supuesto, que el meollo del asunto es el conflicto de meses atrás con Volkswagen, el rival del que Porsche acumuló gradualmente una participación mayoritaria, sólo para apilar una deuda de 10.000 millones de euros.
La destitución de Wiedeking parece indicar que el ganador de la riña familiar es Ferdinand Piëch, el viejo presidente del consejo de supervisión de Volkswagen. Piëch, que también encabeza uno de los clanes familiares de Porsche, quiere comprar las operaciones de automóviles de Porsche y convertirla en una marca de Volkswagen.
El plan parece ser que Porsche SE, la compañía holding cotizada, mantenga el 51% de participación en Volkswagen. Un incremento de capital de 5.000 millones de euros ayudará a rebajar la deuda, junto con los 4.000 millones de euros extras que Volkswagen podría transferir para comprar la mitad de Porsche.
Las familias han dicho que quieren mantener el 50% de Porsche. Esto requeriría proporcionar 2.500 millones de euros de capital adicional. Algo de esto podría llegar en forma de su completamente controlada red de concesionarios.
Qatar ha estado en negociaciones con las familias y podría llegar como inversor. Una inversión de 2.500 millones de euros le daría un 18% de la reconfigurada Porsche -presumiblemente con derecho de voto-. Los actuales tenedores de acciones preferentes sin voto de Porsche se quedarían con menos de un tercio de la compañía.
Este posible escenario deja un par de cuestiones pendientes -sobre todo el papel del Estado de Baja Sajonia, que posee una minoría de bloqueo del 20% en Volkswagen-. Pero al menos aumenta la esperanza de que un inversor externo ayudará a evitar que se repita el agobiante conflicto familiar de los últimos meses.
Por Pierre Briançon