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A fondo

El ICO, de caballero blanco a oveja negra

En tan sólo año y medio el Instituto de Crédito Oficial ha pasado de ser el "caballero blanco" con que cuenta el Gobierno para paliar el problema de liquidez de las pymes a ser fuente de sinsabores. ¿Qué ha pasado para que esto ocurra? Si se analiza el papel del ICO se observa cómo su importancia en el escenario crediticio español ha crecido sobremanera. Hace cinco años cuando Aurelio Martínez llegó a la presidencia del organismo, el ICO era una agencia más del Estado, apenas conocida públicamente, que se dedicaba dar créditos a las pequeñas empresas para fortalecer su posición inversora. Desde aquel entonces hasta ahora, las líneas que ofrece han aumentado, movilizando préstamos por valor superior a los 30.000 millones, no sólo para inversión, sino para financiar la tesorería de las empresas.

Lo peor que le ha podido pasar al organismo, ha sido colocarse en el ojo del huracán político y mediático. Todos los partidos de la oposición (PP, CiU, IU, CC, PNV y Grupo Mixto), patronales diversa de índole (CEOE y autónomos, en especial) y la cúpula sindical, han agitado su nombre en pro de sus intereses particulares, clamando por un papel más activo del organismo para atajar la recesión económica.

El problema del ICO proviene de sus limitaciones. La institución, creada en 1971 para controlar los bancos públicos de la época, sufrió una importante transformación a partir de 1991, con la desaparición de la banca pública, convirtiéndose en una mera agencia financiera del Estado, adscrito al Ministerio de Economía. Es decir, el ICO no es un banco público a la antigua usanza y como tal no opera directamente con sus clientes (pymes e individuos) sino a través de la intermediación de las entidades financieras privadas. Esto le permite la ventaja de tener una gran capilaridad (llega a todo el país) pero pierde eficacia porque sus planes o líneas están supeditados a la voluntad que ponga la banca en promocionarlos. De esta forma y como ha reconocido el propio ICO, han aparecido problemas en los últimos meses con varias líneas que, bien porque estaban mal diseñadas (poco adaptadas a la demanda real) bien porque no cumplían con las expectativas de la banca, se han demostrado poco útiles. Es el caso de la línea para titulizar ingresos procedentes de la promoción de VPO, la de avales para que los municipios paguen los atrasos a sus empresas proveedoras, o el retraso en la que proporciona liquidez a las pymes.

Nuevos aires

Ahora, la vicepresidenta Elena Salgado, a instancias del presidente Rodríguez Zapatero, busca un recambio en la cúpula del organismo, para su reforma, no tanto orgánica como de sus líneas de crédito. Se busca simplificarlas, cambiar las condiciones técnicas algunas y eliminar las poco eficientes. De paso, saca de la institución a Martínez, considerado como hombre muy vinculado al ex vicepresidente Pedro Solbes, caído ahora en desgracia política.

El consejero delegado del Instituto Catalán de Finanzas, Josep María Ayala, probable sustituto de Martínez (posiblemente será designado hoy por el Gobierno), tendrá sobre la mesa el mismo problema: la falta de autonomía del organismo y la crítica de la oposición. De su agilidad para reformar las líneas dependerá si el ICO deja ser considerado como oveja negra. Mientras tanto, la crisis cabalga sobre la economía a pasos agigantados sin ningún "caballero blanco" que la detenga.

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