France Télécom se lía en Egipto
A primera vista suena al tipo de regateo que acaba en acuerdo. Pero las acusaciones cruzadas entre France Télécom y el grupo industrial egipcio Orascom, controlado por el multimillonario Naguib Sawiris, siguen proliferando a ambos lados del Mediterráneo. La pelea podría dañar la reputación de cada grupo en el terreno del otro.
France Télécom posee el 71% del holding Mobinil. Orascom tiene el 29% restante. Mobinil, por su parte, tiene el 51% del operador de móviles egipcio ECMS. Surgieron discrepancias estratégicas entre las dos partes y la disputa fue sometida a arbitraje internacional. La decisión fue que France Télécom podría comprar Orascom al precio de 273 libras egipcias por acción, un total de más de 500 millones de euros.
¿Fin de la historia? Pues no. Hasta ahora, France Télécom no ha sido capaz de hacerse con las acciones de Orascom porque el organismo supervisor del mercado egipcio decidió que también debería comprar el 49% restante de ECMS. Orascom es parte interesada en esa disputa, ya que es el mayor accionista minoritario de ECMS. Su participación alcanza el 20%.
Si France Télécom pagara el mismo precio a los minoritarios de ECMS que el que le piden por la participación de Orascom en Mobinil, tendría que desembolsar sobre 1.700 millones de euros. El grupo francés se ha negado, pero hace poco sugirió una oferta a 230 libras egipcias, que supondría una prima de alrededor del 15% respecto al precio actual de la acción. Todo apunta a un acuerdo en torno a las 250 libras egipcias por acción. Pero por ahora las recriminaciones y los desafíos legales continúan.
Las voces más sensatas deberían hacerse oír. France Télécom tiene una gran operación de investigación en Egipto, que emplea a varios miles de ingenieros. No le conviene entrar en conflictos con las autoridades egipcias. æpermil;stas deberían preocuparse de cómo interpretarán sus decisiones los inversores internacionales. Y Sawiris no puede permitirse dañar su reputación en Francia, donde tiene grandes proyectos.
Quizás haya un conflicto de principios con los tecnicismos legales. Pero a todas las partes les interesa llegar a un acuerdo.
Por Pierre Briançon