Un gran fichaje
Cuando quienes como yo oímos noticias al levantarnos cada mañana, la relación de las mismas puede inducirnos a confusión, y eso es precisamente lo que temo que me ha ocurrido recientemente. En efecto; me levanté con una noticia más que esperanzadora, y es que se produjo la contratación de una persona que va a trabajar en este país con unos elevadísimos emolumentos, pero también, al parecer, con grandes rendimientos. Y no sólo esto, sino también para que le acompañen en su trabajo contratarán también a los mejores en su actividad sin reparar en gastos.
Para que los aspectos de contratación de personal sean redondos, la noticia recoge que también van a potenciarse los valores jóvenes que podrán aprender y trabajar codo a codo con estas figuras mundiales, y con ello, a través de esa transmisión constante, piensan formar un gran equipo, no sólo para hoy, sino también para el futuro. Pero además, se pone a su servicio una red de colaboradores que permitan que estos especialistas puedan descuidar aspectos de la administración cotidiana y encontrarse inmersos en su brillante trabajo, e incluso dotarles para ello de las mejores instalaciones.
Pensé: por fin, alguien está dispuesto a intervenir en una misión que sea a la vez puntera en lo científico y también rinda un servicio a la humanidad, pues supuse, quizá por la cercanía de la noticia, que la contratación se refería al profesor Massagué, cuyos descubrimientos en torno al cáncer han sido y son, y esperemos que sean, espectaculares. En mi ingenuidad, y a la hora de pensar en los beneficios, no ya sólo los más importantes de rendimiento vital y científico sino también puramente económicos, se me ocurrió que quizá iban a vender batas blancas con el nombre del profesor Massagué, cuyo éxito en el mercado habría de ser tal que rentabilizara el gasto.
Por lo que he sabido después, nos se trata del doctor Massagué, sino de un eminente deportista, y no sin tristeza, comprendrí que Massagué no mete goles, o por lo menos de esa clase (sin perjuicio de aquellos con los que, en sentido figurado, consigue batir al cáncer-bero).
Sin embargo no hay por mi parte crítica, pues una empresa privada puede adoptar ésa, y de acuerdo con el refrán, puede hacer de su capa un sayo, o una bata o una camiseta de fútbol.
Otra vez será. De todas maneras le deseo con toda sinceridad toda clase de éxitos y que no se pinche el balón como se pinchan las burbujas.
CARLOS SUÁREZ. Ex decano del Colegio de Abogados de Vizcaya y vocal de la Mutua General de la Abogacía