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A fondo

A Elena Salgado le va la vida dura

El pasado viernes, cumplió sus primeros cien días como vicepresidenta económica, plazo en el que ha tenido tiempo de aprobar el techo de gasto del Estado y el nuevo cuadro macroeconómico para 2010, supervisar el plan de rescate para bancos y cajas en dificultades, llevar al Consejo de Política Fiscal el nuevo modelo de financiación autonómica y adentrarse en los primeros borradores de los Presupuestos estatales que entrarán en el Congreso a finales de septiembre.

En Sanidad y Administraciones Públicas, departamentos que dirigió a partir de 2004, cogió fama de trabajadora incansable y eficaz. En estos tres meses largos, ha sumado a su currículo las virtudes que acompañan casi siempre a los perfiles pragmáticos y resolutivos: los principales asuntos que su antecesor, Pedro Solbes, tenía bloqueados ya han visto la luz.

Su vida desde el mes de abril no ha sido tan dura como la del joven Marcus, el universitario de 19 años víctima de la América profunda que protagoniza Indignación, la novela de Philipe Roth a la que Elena Salgado acaba de dedicar su mirada lectora. Pero su corta andadura en Economía no ha estado exenta de dificultades teniendo en cuenta que llegó al Ministerio con la misión, precisamente, de desatascar lo que con el anterior staff económico parecía complicado poner en marcha y con el dorsal de aquellos corredores a los que el equipo contrario reprocha toda clase de fechorías.

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"Usted pasará a la historia por haber dejado a España en la ruina", le dijo un día sin despeinarse el portavoz del PP, Cristóbal Montoro, en el Congreso. Salgado está ahora a la espera de que sindicatos y empresarios posen con el Gobierno en la foto del diálogo social después del mimo con el que les ha tratado en las últimas semanas, especialmente, José Luis Rodríguez Zapatero.

La cena con la que el presidente les agasajará esta noche en La Moncloa preludia un próximo acuerdo, aunque no tan ambicioso como el que aspiraba a obtener la CEOE. Al margen de lo ya conocido, en las últimas horas parece que el presidente ha cedido a algunas peticiones de la patronal relacionadas con el pago de la Incapacidad Laboral Transitoria por parte de la Seguridad Social a partir del tercer día de baja y no del décimo quinto, como hasta ahora.

Teniendo en cuenta la pandemia de Gripe A que se avecina, la patronal puede darse con un canto en los dientes porque los empresarios ahorrarán mucho dinero. Para Salgado y para Zapatero es importante la foto con los llamados agentes sociales porque supondrá un cierto blindaje frente a la ofensiva que prepara el PP para el otoño. En el nuevo curso que se inaugurará en septiembre se solaparán varios debates.

Al presupuestario se sumarán el de la reforma de la Ley Orgánica de Financiación de las Comunidades Autónomas, el de la ley de Economía Sostenible, sobre la que Zapatero proyecta edificar el nuevo modelo productivo, y el de la directiva de Servicios. Quedan también importantes flecos pendientes derivados de las enmiendas a la ley de Sociedades Cotizadas de Inversión en el Mercado Inmobiliario, la directiva de Servicio de Pagos y la adaptación de la directiva que reforma la ley de Auditoría.

La mayoría de estos proyectos tendrán que pasar por el filtro de Elena Salgado y del Grupo Socialista, donde ya se acumulan las peticiones de los oyentes para influir en la tramitación parlamentaria de todas estas normas. En el Ministerio y en la dirección del PSOE no se sabe bien a quien se teme más, si a los colegios profesionales o a los sindicatos de funcionarios, preparados para combatir cualquier invitación a la congelación salarial, a pesar de los tiempos que corren.

Claro que el coste político de esta última decisión debería ser compartido entre la vicepresidenta económica y la vicepresidenta primera pues, al fin y al cabo, es a ésta última a la que corresponde lidiar con los empleados públicos después de que, en la última remodelación gubernamental, el Ministerio para las Administraciones Públicas pasara a mejor vida. Si en las cuentas que maneja Salgado no hay margen para subir el sueldo de los funcionarios, habrá congelación, se anticipa en el PSOE, por mucho que el ruido ambiente se haga ensordecedor. Hasta 2011 no hay previstas elecciones de ámbito nacional y a la vicepresidenta le va la vida dura.

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