¿Quién se atreve con la reforma laboral?
Muchas son las voces que reclaman una reforma laboral en España. Tanto interiores (gobernador del Banco de España, patronal, entre otros) como exteriores (presidente del BCE, el comisario Almunia ). El desempleo lleva año y medio situado en el primer lugar de las preocupaciones de los españoles. Sin embargo, el Gobierno parece enrocado en la negativa y no quiere reformar nada, aunque la existencia de un mercado de trabajo dual (indefinidos/temporales) es un defecto claramente estructural. Llevamos en España más de 20 años con un porcentaje del 30% de temporales sobre el total de los contratos de trabajo vigentes. Pero no, el Gobierno no quiere reformar nada, aunque la tasa de paro esté ya en torno al 17,5% y que el número de parados esté por encima de los 4 millones de personas.
Tampoco la oposición está planteando reformas en serio, simplemente las pide con la boca pequeña, y sin concretar nada. En política, lo que no sale a la luz pública no existe.
Es decir, parece que todo el mundo está preocupado y propone acciones, pero quienes tienen en sus manos la posibilidad de impulsar las reformas, optan por la inacción. Podría pensarse que les guía la prudencia e incluso que piensen que el no hacer reformas es la mejor de las soluciones aunque me temo que no es así. Sospecho que sucede algo más simple. Los políticos forman parte de una empresa dedicada a ganar elecciones denominada partido político, cuya actividad es influir en, o situarse cerca de la opinión pública, y cuyos beneficios se calculan en función de la cuota de poder que administran. Y claro está, la reforma laboral aborda algunos temas muy delicados.
Sin embargo, hay que recordar que los políticos deben estar sometidos también al juicio ético y, de acuerdo con la distinción de Max Weber, se les debe exigir que sus acciones estén guiadas, cuando menos, conforme a la ética de la responsabilidad, y no por el cálculo finalista que más les convenga a sus intereses individuales.
Los problemas de nuestro mercado de trabajo no son de hace poco tiempo, pero es que la crisis económica actual requiere actuar con celeridad. Nuestros responsables políticos deben hacer un diagnóstico de la situación y de los escenarios de solución. Deben también hablarnos claro y plantear las reformas necesarias También deben exigirnos esfuerzo, a la vez que ellos lo realizan. Ese es el liderazgo político que necesitamos.
Como no me guía el cálculo finalista basado en el resultado electoral, me siento libre para proponer algunas reformas laborales, muchas ya enunciadas pero que, a fuerza de repetirlas, quizá alguna sea atendida.
Es necesario abaratar el empleo, reduciendo las cotizaciones a la Seguridad Social a cargo de la empresa en 5 puntos. Es preciso crear un contrato indefinido, fijando una indemnización de 10 días por año trabajado el primer año, 20 días por 2 años y así sucesivamente. En los incrementos salariales, hay que sustituir la indexación salarial y la antigüedad por índices de productividad e implantación de retribuciones variables. Habría que apostar por los pactos de empresa como negociación colectiva principal. Limitar la ultraactividad de los convenios es una necesidad. Por último es imprescindible incentivar mediante bonificaciones fiscales y sociales la formación de los trabajadores, de forma que puedan acudir al mercado de trabajo con mayores perspectivas de éxito para sus carreras profesionales y para lograr un mercado laboral competitivo.
Jordi Costa. Profesor de EADA (Escuela de Alta Dirección y Administración)