Las pymes siguen buscando oxígeno

En los doce meses transcurridos de mayo de 2008 a mayo de 2009 han desaparecido 100.000 pequeñas y medianas empresas, que daban trabajo al 83% del empleo perdido por España en el mismo periodo. La Confederación de la Pequeña y Mediana Empresa culpa de esta destrucción a los problemas de financiación, sólo en parte aliviados por los programas que el ICO ha puesto en marcha desde que se cerraron los mercados financieros y la banca comenzó a poner celosamente la lupa en cada crédito que se solicitaba, y, abiertamente, a endurecer las condiciones.

En España hay magníficas multinacionales y grandes empresas. Pero el tejido productivo está construido, sobre todo, con sociedades de muy pequeño tamaño, que proporcionan empleo a la inmensa mayoría de los asalariados y autónomos del país. Sus problemas de financiación no están despejados, como demuestra el hecho de que el BCE haya tenido que hacer la mayor inyección de liquidez mediante subasta ayer mismo, porque las operaciones entre entidades siguen contándose con los dedos de una mano. Cierto es que la demanda de bienes y servicios está bajo mínimos; pero no puede permitirse que ni un negocio eficiente más deje de funcionar por falta de liquidez. La banca tiene una responsabilidad primaria que puede esquivar, pero el Gobierno la tiene subsidiaria, y esa es obligatoria.