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Tribuna
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El nuevo modelo económico de Obama

La nueva Administración americana se propone llevar cabo una transformación en la economía del país y un crecimiento asentado sobre bases sensiblemente distintas. No se trata de una tarea sencilla. Los cambios estructurales surgen no sólo como consecuencia de la voluntad de sus gobernantes sino también de los agentes económicos y sociales y de las condiciones en las que se desarrollan sus interacciones mutuas.

La sociedad americana se encuentra inmersa en un proceso de cambio. Cambios en la población, que se está haciendo más diversa en cuanto a raza, etnia, género, creencias, estructura por edades, que implicará mayores gastos médicos y sociales. Cambios geográficos, por la masiva concentración en ciudades y las zonas costeras del país, abandonando las zonas industriales más tradicionales. Cambios en la estructura de la producción, en la que cada vez tiene más importancia el sector servicios en detrimento de los sectores industriales. Una sociedad, en definitiva, de relaciones más complejas, en la que las nuevas tecnologías de la información están transformando los modos de vida y de consumo.

A lo largo de su historia, Estados Unidos ha ido construyendo unas bases permanentes de su identidad: el valor fundamental de la libertad y de la independencia personal, el limitado papel de la intervención gubernamental, una economía basada en el consumo y en el marketing, un sistema judicial fuerte en el que la confianza no sea tan importante, y la innovación como elemento determinante de la competitividad.

La política económica llevada a cabo hasta ahora por la Administración Obama apunta hacia un reequilibrio en dichos fundamentos: desde lo individual hacia lo colectivo, desde el consumo hacia el ahorro, desde el sistema judicial hacia los sistemas negociados basados en la confianza, desde el marketing hacia la producción. Desde un crecimiento que no tiene en cuenta las restricciones de recursos naturales a otro más sostenible. En definitiva, de un modelo que mira el corto plazo a otro que considera una perspectiva temporal más amplia.

La Administración Obama, de un carácter eminentemente pragmático, ha puesto el énfasis en cuatro políticas: energía, educación, salud y reforma del sistema financiero. Una reforma del sistema financiero, indispensable vínculo entre el ahorro y la inversión, regulándolo y supervisándolo mejor, y cuyo tamaño, sistema de incentivos y rentabilidad se ajusten sustancialmente con respecto al del pasado reciente. Una política educativa enfocada a producir cambios en el modelo de enseñanza que propicie una nueva sociedad del conocimiento, con un énfasis mayor en las actividades de investigación y desarrollo. Una política de salud enfocada a limitar el enorme coste que supone actualmente para los presupuestos públicos americanos y la merma en competitividad que el alto porcentaje de trabajadores no cubiertos supone para la economía. Por último, una política de recursos naturales y energía que condicionarán el modelo de crecimiento, desde uno que no tiene en cuenta las restricciones naturales hasta otro más sostenible, que sea capaz, mediante factores como el precio o el sistema impositivo, de internalizar su uso dentro de la economía.

Estas políticas promoverán la especialización en una industria de suministros a sectores como el educativo, el sanitario, la energía, la seguridad, el transporte, el medio ambiente, etcétera, y servicios de alto valor añadido (software, diseño de ordenadores, internet y proceso de datos, consultoría e ingeniería), y otros donde sea posible conseguir mejoras de eficiencia por medio de las nuevas tecnologías.

Las posibilidades de que estas políticas surtan efecto dependerán, antes que nada, de la superación de la crisis económica y financiera. Cualquier estrategia de largo plazo pasa por la estabilización económica a corto, aunque no resultará sencillo volver a las tasas de crecimiento de un 3% o más en un futuro próximo.

A finales del XIX, en medio de otra crisis económica, los protagonistas de un famoso libro, el trabajador agrícola (espantapájaros), y el trabajador industrial (hombre de hojalata) esperaban su transformación por medio de su visita a la ciudad Esmeralda (Washington) donde les esperaba el Mago de Oz. Hoy como ayer, cualquier transformación económica requerirá tiempo, energía, determinación y un consenso suficientemente amplio.

Enrique Alejo. Jefe de la Oficina Comercial de España en Chicago

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