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Columna
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Proteccionismo chino

La petición de Pekín de que los Gobiernos locales "compren China" es preocupante e hipócrita. Incluso cuando el presidente Hu Jintao se unió a los líderes de Brasil, Rusia e India al reclamar un final del proteccionismo, un diktat de varios ministros chinos sugirió que los proyectos gubernamentales deberían favorecer a los proveedores domésticos en el gasto de cerca de 586.000 millones de dólares de estímulo fiscal. Tal doble discurso es peligroso. Los países con sectores exportadores hinchados no deberían lanzar piedras.

Favorecer lo local causaría daño a los proveedores extranjeros. Tras el último gran estímulo fiscal de China en 1998, las importaciones aumentaron un 18% y un 36% en los siguientes dos años. Esta vez, cerca de un tercio de los proyectos son vías ferroviarias, carreteras, aeropuertos y redes de suministro energético -posibles usuarios de maquinaria y tecnología extranjeras-. Los extranjeros ya han sido derrotados en los concursos multimillonarios para aerogeneradores y trenes de alta velocidad.

Pero el genuino proteccionismo dañaría a China también. Recordemos la Smoot-Hawley Act de 1930, en que EE UU elevó aranceles frente a las importaciones para proteger las industrias domésticas y apuntalar el empleo. Al principio funcionó, pero cuando otros países tomaron represalias, el desempleo en EE UU era más del doble. China se enfrentaría a un problema similar, y con el malestar ciudadano, la mayor preocupación de Pekín, tal precio parece demasiado alto. Afortunadamente, dejar fuera a los extranjeros puede ser imposible en la práctica.

La mayoría del crecimiento de las importaciones de China viene de cosas que no pueden producir bastante por sí mismos, como el petróleo, hierro, cobre y aluminio. Además, Pekín no tiene ojos bastantes para mirar a todas partes. La operación se hace a nivel local: Pekín no tiene una base de datos para rastrear qué proyectos son suministrados por quién.

Puede ser que las promesas de comprar local sean simplemente diseñadas para aumentar la confianza, al estilo de Pekín. Pero el peligro es que incluso hablar de una política de comprar China puede avivar las llamas del proteccionismo por todas partes. India y EE UU están ya removiendo quejas por el dumping chino de bienes como acero y neumáticos. Y peor aún, China podría recoger el torbellino de la Smoot-Hawley sin ni siquiera los efímeros beneficios.

John Foley

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