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Tribuna
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Nuestro presente se llama Europa

Paul Henri Spaak que fue primer ministro de Bélgica solía decir que tras la Segunda Guerra Mundial en Europa no había países grandes o pequeños; sólo pequeños. Lo que ocurría es que los grandes no se habían dado cuenta de ello. Esta afirmación del ex primer ministro de Bélgica, pronunciada hace más de cinco décadas, cobra hoy más vigencia incluso que entonces: sólo si Europa consigue actuar con una sola voz, esa voz no será la que clame en el desierto sino la que cuente en el concierto internacional.

Por ello tiene razón Ulrich Beck cuando afirma que en 2009 el debate no es entre "más Europa o menos Europa" sino entre "más Europa o nada". Ese "más Europa" que constituye una exigencia y no un capricho debe afrontar en la próxima legislatura 2009-2014 los siguientes desafíos.

l Ante todo, la rápida ratificación del Tratado de Lisboa, un instrumento imprescindible para convertir la casa comunitaria de los años cincuenta en la casa común europea tras la ambiciosa ampliación de 2004 y 2007.

l Acometer una reestructuración del mundo de las finanzas. Ya desde 1999 en el informe García-Margallo el Parlamento afirmaba como la liberalización de los mercados financieros sin una adecuada regulación, una supervisión estricta y una armonización sobre los impuestos sobre el ahorro para evitar deslocalizaciones fiscales podían provocar un auténtico desorden. Ha llegado la hora de adoptar todas estas medidas.

- También ha llegado el momento revisar la llamada agenda de Lisboa. Adoptada por el Consejo Europeo en el año 2000 para convertir a nuestro continente en la economía del conocimiento más competitiva y dinámica del mundo, lo cierto es que tan ambicioso proyecto no ha logrado sus objetivos como ha demostrado el informe elaborado por Wim Kok. Por ello, en lugar de seguir hablando de la agenda de Lisboa como un ritornello, mejor pongamos los objetivos al día de forma realista y afiancemos el compromiso de ejecutarlos.

- El año 2010 está dedicado a la lucha contra la exclusión social y la extrema pobreza. Cero que la UE debe dar ejemplo en este ámbito y pasar de las musas al teatro. ¿Por qué no creamos un comisario específicamente encargado de luchar contra esta lacra en la próxima Comisión europea?

- En el Consejo Europeo que cerró la Presidencia francesa se adoptaron importantes medidas en la lucha contra el cambio climático. Ha llegado la hora de afrontar igualmente la cuestión de la independencia energética de nuestro continente, abriendo la discusión sobre el debate nuclear sin apriorismos ni dogmatismos.

- Last but not least, la política exterior, de seguridad y defensa donde el nuevo ministro de asuntos exteriores que, como vicepresidente de la Comisión responde políticamente ante el Parlamento, deberá activar temas trascendentales como las relaciones con la administración Obama, la política de vecindad o la nueva política para el Mediterráneo donde la ciudad de Barcelona adquiere un renovado protagonismo.

Estos son algunos de los desafíos que tenemos por delante. La respuesta a los mismos no está escrita en el regazo de los dioses; se encuentra en las manos -y los votos- de Gobiernos y diputados europeos. Ojalá sepamos afrontarlos con ambición y determinación porque de nuestro acierto o fracaso depende la prosperidad y el bienestar de nuestros hijos.

Íñigo Méndez de Vigo. Diputado europeo por el PP

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