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Tribuna
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En pos del Tratado de Lisboa

El reto más importante del nuevo Parlamento Europeo será la puesta en marcha del Tratado de Lisboa. Reto que afrontará si los irlandeses aprueban el referéndum que previsiblemente se celebrará el próximo octubre, y si no surgen nuevos inconvenientes tras las próximas elecciones británicas.

Pongámonos del lado optimista y aceptemos que el Tratado de Lisboa entrará en vigor en 2010. ¿Por qué es importante este Tratado? Aun aceptando que no existe una concepción única de la construcción europea, no cabe duda que se trata de un nuevo compromiso que refuerza el uso de lo que se ha dado en llamar el "método comunitario", este equilibrio sutil entre los Estados miembros y las instituciones europeas.

El Tratado de Lisboa marca un nuevo avance en el camino de la construcción europea y deja atrás un difícil proceso de reforma que ha durado cerca de una década. El Tratado dota de los recursos necesarios para afrontar los retos del siglo XXI e incorpora avances significativos en la resolución de los problemas institucionales.

En primer lugar, el nuevo texto aporta más democracia y transparencia al conceder al Parlamento europeo nuevas competencias en relación a su participación en el proceso legislativo, en el presupuesto y en los acuerdos internacionales de la Unión colocándolo en pie de igualdad con el Consejo. También los Parlamentos nacionales tendrán mayor participación en las actividades de la UE (principio de subsidiariedad) y gracias a la "iniciativa ciudadana", un grupo de al menos un millón de ciudadanos podrá pedir a la Comisión que haga propuestas legislativas.

En segundo lugar, el Tratado establece sistemas para mejorar la eficacia de su funcionamiento institucional. Desde mucho antes de la última ampliación la Unión necesitaba un replanteamiento del proceso de toma de decisiones establecido para los seis Estados fundadores. ¿Se imaginan convivir en una casa construida para seis inquilinos en la que sin modificar sus estructuras viven en la actualidad 27 y esperan la llegada de algunos más en los próximos años? Inviable, absolutamente inviable.

El Tratado modifica las estructuras de "la casa común" haciendo más eficaz el proceso de decisiones que vendrá reflejado por la doble legitimidad de la Unión al obedecer al principio de doble mayoría (mayoría de los Estados miembros y de la población).

Durante la reciente campaña electoral una de las críticas más escuchadas fue la relativa a la desvinculación existente entre los resultados de las elecciones y la elección del Presidente de la Comisión. El Tratado soluciona esta laguna y también da respuesta a aquel comentario realizado por Henry Kissinger que negaba la existencia de la Unión europea ya que no disponía de un número de teléfono a donde llamar en casos de crisis. El Tratado soluciona este problema mediante la creación del cargo de Presidente del Consejo Europeo, elegido por dos años y medio, proporcionando a la Unión una representación de la que hasta ahora carecía.

Se abren así amplias posibilidades de hacer una Unión "eficaz" mediante el establecimiento de nuevas políticas comunes que permitan avanzar en temas tales como la investigación, el cambio climático, la energía, o la tan esperada política de inmigración común. Todo ello gracias a la agilización del proceso de toma de decisiones que amplia de 36 a 80 materias la posibilidad de que su aprobación se realice por mayoría cualificada.

No olvidemos que esta es la Europa de los derechos y valores, de la libertad, solidaridad y seguridad que constituye un punto de referencia para los ciudadanos europeos y también para sus socios de todo el mundo. El Tratado de Lisboa especifica y consolida los valores y objetivos sobre los que se basa la Unión concediendo rango de Derecho primario a la Carta de los Derechos Fundamentales.

Finalmente gracias al Tratado, Europa estará en condiciones de expresarse con más claridad en la escena internacional a través del Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad , que también será vicepresidente de la Comisión.

El nuevo Tratado de Lisboa apuesta por una Europa estable y sin ambigüedades que podrá reflexionar sobre la Europa del mañana, sobre la modernización de su exitoso modelo económico y social, sobre la seguridad global, sobre la energía y el cambio climático y sobre todos aquellos temas a los que nuestra sociedad se enfrenta y deberá enfrentarse en los próximos años.

Agustín Ulied. Profesor del departamento de Economía de ESADE

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