En un mundo de fresa y chocolate
La corrección de la Bolsa es inevitable. Y si finalmente se evita, será de todo menos sano para el conjunto del mercado. Las Bolsas han vivido un rally extremo, de subidas intensas en muy poco tiempo. Los analistas no acaban de dar crédito; no ya a la subida de la Bolsa, previsible teniendo en cuenta los niveles de partida, sino al hecho de que no se haya producido todavía la corrección.
Al fin y al cabo, los índices comienzan a dar muestras de agotamiento. Asistimos en las últimas sesiones a movimientos erráticos de las acciones, que ahora suben y después bajan, aunque sin ímpetu ni, afortunadamente, demasiada volatilidad.
Entretanto, las valoraciones empiezan a estar ajustadas. El PER del S&P 500 se halla en su nivel más alto desde finales de octubre del año pasado, y el del Dow Jones, en máximos de los últimos cuatro años.
Tampoco el volumen acompaña. Esta semana ha quedado patente que es mayor el negocio en Bolsa en las caídas que en las subidas, lo cual es una mala noticia.
Durante semanas, los inversores se han aferrado a las buenas nuevas para entrar en el mercado. Unos han cerrado posiciones bajistas, mientras que otros, gestores, se han visto obligados a entrar para evitar la reprimenda de sus partícipes por haber desaprovechado el rebote.
Pero aunque parece que hemos dejado atrás lo peor de la crisis, eso no significa que estemos viviendo ya en un mundo de fresa y chocolate, económicamente hablando. Los indicadores adelantados han mejorado, pero costará tiempo recuperar la actividad y, en un contexto de menor apalancamiento y acusados déficit fiscales a lo largo y ancho del globo, sacar rendimientos como los que vimos en años pasados será complicado.
A la espera de ver por dónde salen los derroteros económicos, no estaría de más extremar la cautela en el plazo más corto, porque cualquier indicador que salga revirado puede provocar la corrección de las Bolsas. Atención, por cierto, al dato de paro que se publica hoy en EE UU.