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La subida de impuestos (visibles e invisibles) que viene

La oleada de keynesianismo que ha invadido el mundo en el último año y que ha embriagado a algunos de los gobiernos más liberales y más populistas de Europa, va a comenzar a pasar la factura a los contribuyentes. Merkel en la Unión Europea y Bernanke en Estados Unidos han alertado ya de los riesgos de un exceso de gasto público, que a la larga se pagan con dos impuestos invisibles, no tributarios, como son los tipos de interés y la inflación. Pero seguramente los gobiernos echarán mano antes de los impuestos visibles, y no pasará de 2010 sin que se produzcan subidas notables de la imposición sobre la renta, sobre el consumo o sobre el empleo. En Reino Unido ya han empezado.

Es cuestión de tiempo, pero, como no hay nada gratis, los excesos del gasto público se pagan siempre. Pero esta crisis saldrá mucho más cara que cualquiera otra anterior, porque los niveles de endeudamiento de los Tesoros llegarán a niveles nunca conocidos, especialmente entre los países ricos. Un cálculo del Fondo Monetario Internacional revela que los 20 países más ricos de la Tierra tendrán en 2014 una deuda pública que superará el 100% de sus respectivos productos brutos, cuando al principio de los ochenta estaba en el 40% del PIB y ahora ronda como mucho el 70%.

La cantidad absoluta de deuda emitida entonces, en 2014, no será inferior a los quince billones de dólares (hoy unos diez billones de euros), y con una amenaza latente de rebaja en la calificación crediticia en dos de los estados mas solventes hasta ahora, como son los Estados Unidos y Reino Unido, mientras que otros estados, como el español o el irlandés, tienen ya recortada la calificación máxima por algunas agencias, con el coste que ello supone para las arcas públicas y para la financiación privada por un simple efecto contagio.

Para empezar, buena parte de los Estados han visto como este año sus saldos primarios (balance fiscal excluídos los gastos financieros) se han esfumado, como en el caso de España. Pero en los próximos ejercicios una combinación doble de aumento de la deuda y de su precio puede poner unas facturas financieras a los Estados muy preocupantes. Tales facturas detraen recursos de la inversión pública y de la privada, puesto que la seguridad de la rentabilidad de los bonos desinccentiva el riesgo privado, y porque la subida de los costes de financiación genera un apalancamiento financiero negativo que aplana la actividad inversora, como todo estudiante de primera de Económicas sabe muy bien.

Pero la primera providencia de los Gobiernos para hacer frente a estas facturas será subir los impuestos. Todos los imiuestos. El de la renta personal por trabajo, los especiales ligados a consumos específicos, y el IVA que afecta a todas las operaciones comerciales de la economía. Y tampoco se puede descartar la fiscalidad sobre el empleo (cotizaciones) si los sistemas de previsión de la vejez entran en barrena. En algunos países ya han comenzado: Reino Unido ya ha subido diez puntos el marginal máximo del IRPF. Vayan preparándose en España, que el Partido Socialista ha comenzado ya a agitarlo. Al tiempo.

Tras doce años bajando los impuestos directos con disputas electorales por medio, comenzarán de nuevo a subirlos.

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