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Columna
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Un tigre al volante del tanque

China obsequió al mundo con la pólvora, la brújula y el papel. Estados Unidos, por su parte, dio la réplica con los coches de alta cilindrada, los tupés y las hipotecas subprime. Y este intercambio desigual parece que sigue: General Motors planea vender su marca Hummer -un icono de la vulgaridad americana- a la desconocida Sichuan Tengzhong por una pizca de efectivo y la promesa de mantener los empleos de los estadounidenses.

El Hummer, diseñado originariamente como un vehículo militar, ha sido completamente despreciado en EE UU por ser ostentoso, demasiado grande y poco práctico. Fue votada en mayo como la marca menos asociada a valor por la empresa encuestadora online Brandinex. Los altos precios de la gasolina han disminuido sus ya antes prácticamente inexistentes virtudes. Las ventas del monstruo de tres toneladas de GM cayeron el mes pasado en un 40% respecto al mismo mes del año anterior.

GM debería estar orgullosa de obtener cualquier cosa por Hummer que no implique cerrar fábricas. La inyección de capital chino mantendrá los puestos de trabajo de 3.000 trabajadores y a algunas líneas de producción de GM ocupadas. Esto importa más que la inyección misma de efectivo, que por otra parte no es probable que supere los 200 millones de dólares.

En cuanto a Tengzhong, la compañía no es la compradora natural de una marca de vehículos todoterreno deportivos. Ni siquiera es una automovilística, sino un conglomerado especializado en vehículos pesados y en maquinaria de mantenimiento de carreteras. Pero, a diferencia de las automovilísticas, no le falta liquidez, y puede que crea que con Hummer aprenderá más sobre cómo fabricar vehículos robustos. La idea de diversificarse en el mercado de los todoterrenos de alta gama se entiende como un experimento financiero.

Desgraciadamente para China, Hummer tiene todo lo que no necesita el país. Su modesto consumo de combustible de seis kilómetros por galón en un buen día es el doble que el líder de ventas en China de los todoterrenos de alta gama, el Honda CR-V. La reciente escalada de precios del petróleo no es una gran señal para la demanda de este vehículo.

La oportunidad de conseguir a precio de ganga un icono americano significa que a Tengzhong no le preocupa el resto. Hasta puede que gane aplausos en casa por su contribución a las relaciones chino-americanas, e incluso, quien sabe, si saciará el apetito por consumir de los chinos, al menos de combustible.

Por John Foley

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