Un puente literario entre el pasado y el presente
Andrés Neuman recogió ayer el Alfaguara por 'El viajero del siglo'.
Viaje de invierno, de Schubert, fue una de las bandas sonoras de la infancia de Andrés Neuman. Era una de las músicas favoritas de su madre -tocaba el violín y su padre, el oboe-, sonaba todo el día en casa y él la escuchaba sin saber qué decían las piezas. "Estudié un poquito de alemán para entenderlas". Viejo extraño, ¿debiera / quedarme yo contigo? / ¿Querrás seguir mi canto al son de tu organillo? Quedó fascinado con el organillero del poema de Müller en el que se basa el ciclo de lieder de Shubert. Un chispazo. El encuentro entre el viajero y el organillero pudo suceder de mil formas, pero en la imaginación de Neuman sólo de una, la que cuenta en El viajero del siglo, la novela por la que recibió ayer el Premio Alfaguara de Novela 2009.
El viajero del siglo propone volver a mirar el siglo XIX con la perspectiva del XXI. El punto de encuentro entre los personajes es Wandernburgo, una ciudad imaginaria entre Sajonia y Prusia con forma de laberinto a donde llega el viajero Hans con la intención de pasar una noche, aunque después del encuentro con el organillero y de conocer a Sophie, perteneciente a una generación de mujeres que empieza a plantearse su papel en la sociedad, su estancia se prolonga indefinidamente.
El escritor hispanoargentino -nació en 1977 en Buenos Aires, pero vive en Granada desde los 14 años- compara el pasado con nuestro presente global. Su intención ha sido "escribir una novela del XIX pero que no fuera decimonónica". Le interesa ver cómo en los 20 vertiginosos años que van entre la Revolución Francesa y caída de Napoleón se resumen todos los fracasos futuros de la izquierda europea. Situación que conduce a otro estrepitoso fracaso, el del neoliberalismo salvaje. "No soy de los que piensan que el capitalismo vaya a desaparecer, pero es evidente que el sistema tiene sus modulaciones y no es lo mismo la Suecia socialdemócrata y capitalista de los años ochenta que el Estados Unidos de Bush".
En la novela es la Europa de Metternich. "Una Europa de vigilancia, de censura, de interpretación religiosa de la ley, que no hubiera tenido lugar si Napoleón no hubiera pasado de derechos, constituciones y libertades".
Andrés Neuman es filólogo de formación, pero le encanta lo que la literatura puede hacer con la Historia. Las buenas novelas de cada época, los epistolarios de los escritores o los ensayos culturales son sus fuentes de documentación. Leyendo las cartas de mujeres intelectuales ha descubierto los conflictos humanos de los que no hablan los manuales de Historia y que le han ayudado en la novela a analizar la emancipación femenina.
El escritor cultiva la poesía, el relato corto, la novela, el ensayo. "Soy una persona curiosa, inquieta". El viajero del siglo ha sido un campo privilegiado para la experimentación. "Esta novela tiene sus debates y sus momentos de ensayo, su lenguaje poético, sus capítulos breves y sus personajes, que tienen toda la estructura narrativa de novela".
El niño que soñaba con ser futbolista
Una votación convocada por el Hay Festival le incluyó en la lista de los mejores jóvenes autores nacidos en Latinoamérica y su primera novela Bariloche fue finalista del Premio Herralde. Los reconocimientos le agradan, pero no afectan a su actividad literaria. "Los escritores pierden muchos premios, pero nadie convoca una rueda de prensa para anunciarlo. En ese sentido, es más honesto el deporte", asegura este autor que con 9, 10 e incluso 12 años "hubiera matado por ser futbolista".Lo imaginó al revés, pero hoy es escritor y su pasatiempo, el fútbol. Neuman se considera un free lance de la escritura (es columnista en el suplemento cultural de Abc, en Ideal de Granada y en Sur de Málaga). El Premio Alfaguara que le entregó ayer Ignacio Polanco, presidente del Grupo Prisa, le permitirá "comprar un poco de tiempo".