Absentismo y compromiso
Cada cierto tiempo escuchamos que el absentismo es la lacra de la empresa moderna o que el absentismo cuesta a nuestras empresas (y por tanto a nuestro país) no sé cuantos millones de euros, ya saben, esas cifras que no sabemos de verdad cuánto son los que nunca hemos visto más de unos cientos de euros.
¿Sabemos de verdad qué significan y cómo se han obtenido?; ¿son las vacaciones de verano una forma de absentismo?; ¿y los permisos de maternidad/paternidad?; ¿las mejores empresas son aquellas con menores tasas de absentismo?
En mi opinión, las empresas del siglo XXI deberían tratar de preocuparse mucho más del compromiso, de cómo medirlo, de cómo mejorarlo, de cómo comunicarlo y olvidarse de algo tan viejo y denostado como es el absentismo. ¿Pero por qué?
El absentismo, en primer lugar, es peyorativo y está ligado al presentismo, es decir, al hecho de acudir cada día al lugar de trabajo asignado sin tener en cuenta los resultados. Estos se nos suponen, como el honor en el servicio militar, pero, ¿no es mucho suponer? ¿Esto es lo que debemos esperar de una empresa moderna y competitiva?
Cualquiera de nosotros que llegue puntualmente cada mañana a su oficina, encienda su ordenador, proteste del tráfico con el consabido ¡cómo está hoy la M-40!, lea los periódicos del día, tome el primer café de la mañana, responda sus correos, haga la compra por internet, responda a otros correos, haga comentarios a las últimas fotos de sus amigos colgadas en Facebook, tome el segundo café, chatee con sus compañeros de máster en Messenger y asista a dos reuniones en las que sin duda repetirá el mantra "no puedo más, voy a reventar", no figurará en ningún caso en las estadísticas de absentismo, en las que sin duda sí lo hará la esforzada madre que no haya asistido hasta la hora de la comida por atender a su pequeño con fiebre a pesar de que por la tarde continúe en su puesto hasta finalizar su tarea.
Además, el absentismo es sólo un síntoma que demuestra que algo no funciona. Lo importante son las causas, ésta es la verdadera medicina que buscamos y, no lo duden, la falta de compromiso está detrás de muchos casos de absentismo.
Por último, existe un absentismo que hay que favorecer. Sí, han leído bien, y creo seguir en mi pleno juicio. Me refiero a aquel que tiene que ver con la conciliación y la flexibilidad: permisos maternales y para atención y cuidado de familiares, asistencia a tutorías y otras muchas formas de absentismo conciliador que no sólo no reportan ningún efecto negativo en las cuentas de resultados de nuestras empresas, sino que, bien entendidos y gestionados, los mejoran contribuyendo a crear sociedades más prósperas y justas.
Pregúntense si sus colaboradores están realmente comprometidos y cómo pueden mejorar su implicación y olvídense de algo tan arcaico. El absentismo ha muerto, ¡viva el compromiso!
Roberto Martínez. Director de la Fundación MásFamilia