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Elecciones europeas (-12 días): Bruselas se tapa los ojos para no ver la abstención

Bruselas se está poniendo vendas por si la escasa participación descalabra las elecciones europeas del 7 de junio. Un sondeo de opinión publicado hoy por el Parlamento europeo prevé una abstención del 51%, aunque no descarta que alcance el 54,53% de 2004. La doctrina oficialista comunitaria ya se ha inventado varios argumentos para explicar por qué la abstención avanza sin tregua desde la primera convocatoria en 1979, cuando fue del 38,01% (con el voto obligatorio en dos de los nueve socios de entonces, todo hay que decirlo). Algunas de las razones suenan más a excusa para negar la realidad, que a análisis político del repelús de los ciudadanos ante este tipo de convocatorias.

Argumento nº 1: "Bruselas está demasiado lejos del ciudadano".

Tiene mérito en la era de la instantaneidad y la ubicuidad invocar la distancia para justificar el desapego de los votantes. Bruselas no está más lejos de Soria (a 1.360 kms., por cierto) que Tenerife de Madrid o Portland de Washington. Y en cuanto a la proximidad (o lejanía, en este caso) afectiva o psicológica, basta ver que Bush u Obama no dejan indiferentes a casi ningún europeo, pero, en cambio, casi nadie conoce a Barroso, a Pöttering o, ni siquiera, a los propios eurodiputados de su país.

Alternativa al nº 1: La UE no está ni lejos ni cerca, sino al margen de la vida política diaria de los ciudadanos. Y lo mismo le ocurre a otras instituciones internacionales como la ONU, la OMC o la OMS. Las elecciones europeas son un encomiable intento de transformar la UE en una democracia parlamentaria. Pero, para bien o para mal, todavía no se ha conseguido.

Argumento Nº 2: "La UE es un entramado demasiado complejo para que lo entienda el votante medio".

La UE no es más compleja que un Estado. E incluso es más sencilla que algunos Estados federales. Por otra parte, nadie deja de votar en España porque no sepa exactamente las funciones del Consejo de Estado o a qué se dedica la Diputación Permanente del Congreso (yo lo acabo de descubrir gracias a una lectura inesperada de las memorias parlamentarias de Labordeta).

Alternativa al nº 2: La complejidad no aleja de las urnas a los ciudadanos, sino el convencimiento o la intuición de que su voto en las europeas no tendrá ninguna consecuencia política directa. El Parlamento europeo no ejerce el control sobre el poder ejecutivo ni tiene demasiados poderes legislativos (aunque haya ido ganando). Ni siquiera puede elegir dónde se reúne. Eso es lo que hay. Lo demás es propaganda bienintencionada (supongo).

Nº 3: "En las citas electorales comunitarias sólo se movilizan los enemigos del proceso de integración europea".

Quizá es el argumento más inquietante porque revela la ceguera de una parte del establishment comunitario, empeñada en clasificar a los países y a los votantes en buenos y malos. Los primeros, apoyan sin reschistar el modelo de integración preconizado por Bruselas. Los segundos, son aguafiestas, caballos de troya, desagradecidos (si han recibido fondos europeos), egoístas (si son ricos)... malos europeos en definitiva. Los partidarios de esta Europa "unívoca" se niegan a aceptar que en los referendum a veces gana el NO y que en las elecciones, los votantes a veces se expresan mediante la abstención.

No hay alternativa a un argumento tan falaz como el nº 3. Sólo cabe esperar que la abstención no se dispare dentro de 12 días, para que nadie se sienta tentado a utilizarlo.

Foto: Debate y voto del Parlamento europeo sobre la propuesta de Constitución Europea (PE)

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