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La corrección que no llega

Nuño Rodrigo

El pensamiento voluntarista es una de las características del mercado de valores y uno de sus principales talones de aquiles. Sabido es que el papel lo aguanta todo y sabido es que el humano tiende a confundir deseos con realidad. Mézclense estos dos elementos y se obtiene el pensamiento voluntarista soportado por números que sirve de combustible a las burbujas y otros disparates financieros. Desde que en agosto de 2007 empezó la debacle crediticia se han llegado a interpretar las señales más fútiles como el signo inequívoco de cambio de tendencia... Sólo para que la caída fuese más dura.

Llegó –siempre llega– el suelo, y después llegó –siempre llega– el rebote. Y una vez que el rebote se puede dar por agotado, según ese especie de acuerdo tácito entre los miembros del mercado que, al no atender a criterios objetivos, se denomina “sentimiento” –aquí, es de agradecer la honradez en la terminología–, resulta que no llega tampoco la corrección. Y en ésas está el mercado hoy por hoy. Esperando que las cosas vayan un poco peor, porque los famosos brotes verdes no aguantan un viaje tan largo. Pero, por más que espera, la corrección no llega, sino que aparecen cosas como la sesión de ayer. Sentarse en la pantalla de Bloomberg y leer que el Ibex, y el resto de Bolsas, sube por los resultados de una compañía llamada Lowe’s –al parecer, una suerte de Leroy Merlin estadounidense– es un déjavu de tiempos más alegres, más sencillos, pero también más inconscientes y mucho menos interesantes.

Son estos, pues, difíciles tiempos para el contrario impenitente. El sentir general espera una corrección de la Bolsa, luego el contrario debería prever más subidas. Pero son difíciles de vislumbrar, por más que distintos indicadores, desde los flujos de fondos de inversión al mercado de deuda corporativa, pasando por el spread entre el líbor y el tipo de interés de las letras. Dicen las normas no escritas que cuando el último bajista se vuelve alcista, suele ser el momento de venderlo todo. Y viceversa.

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