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Columna
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La ambición del Banco de Inglaterra

El Banco de Inglaterra decidió el jueves comprar otros 50.000 millones de libras en deuda gubernamental. Ese mismo día, el Banco Central Europeo se mojó con una compra de 60.000 millones de euros, aunque evitando cuidadosamente la deuda pública.

El BoE, como Macbeth, ha ido lejos y continúa caminando. Es demasiado pronto para saber si han funcionado los primeros 75.000 millones de libras en nueva moneda. Ese dinero está comprando bonos del Estado, pero las compras no han conseguido estimular el préstamo bancario.

No se creía que el BCE emitiría más moneda. Recortó los tipos de interés hasta el 1% -el BoE los tiene al 0,5%- y prolongó en un año el vencimiento de sus préstamos de provisión de líquido. La gran sorpresa fue la compra de 60.000 millones en bonos cubiertos, valores respaldados por préstamos a la propiedad de alta calidad.

El presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, dijo que el movimiento era para estimular el crédito. La habilidad del BCE para evitar la deuda pública le mantiene a salvo de numerosos peligros y deja a los Gobiernos con más disciplina de mercado.

Dada la mucho mayor dimensión de la economía de la eurozona, los 60.000 millones del BCE es poco comparado con los 125.000 millones de libras recién imprimidas a los que se ha comprometido el BoE. Y los tipos del BCE continúan estando al doble que los del BoE.

Puede que el BCE no esté haciendo todo lo que debería para fomentar la recuperación económica, pero el BoE, comprando por valor de más del doble de la deuda que Londres emitirá este año, se arriesga a parecer un simple taller de impresiones de dinero de Gordon Brown. Esto podría hacer que los inversores se preocupen por si cae más la libra y por el futuro de la inflación.

La política del BoE no puede confiar en rescatar tranquilamente la economía del Reino Unido. El BCE está apuntando más bajo, pero su actitud más cauta da mucha más seguridad.

Ian Campbell

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