No se les ve, pero siguen ahi
Los fondos soberanos han sido ángeles y demonios. Eran demonios cuando invertían en sectores estratégicos de las economías occidentales; y ángeles cuando se prestaron a capitalizar empresas o entidades en problemas.
Hace tiempo que no se oye hablar de los fondos soberanos, los vehículos de inversión estatales de países principalmente en desarrollo, ni para bien ni para mal. Pero ahí siguen. Algunos más tocados y otros menos. Los más arriesgados no han podido evitar fuertes pérdidas en sus balances, que se han depreciado cerca del 30%. Los más conservadores, los que invertían en renta fija de máxima calificación, han mantenido el tipo.