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Una caída de la vivienda del 40%

El viernes pasado la Encuesta de Población Activa puso un número a lo que hasta entonces era una previsión: los cuatro millones de parados. Aun en el mejor de los escenarios, la ruptura de un modelo intensivo en mano de obra con una población activa en crecimiento sólo tenía una consecuencia posible: unas cifras de paro escalofriantes.

Los cuatro millones llaman la atención, y pueden sorprender por lo pronto que han llegado, pero era de esperar. Pero hay otros aspectos de la crisis que no llegan y cuya ausencia llama tanto o más la atención. Hace dos o tres años, cuando las crónicas económicas eran en su mayor parte de color de rosa, no eran pocos los servicios de estudios que advertían de la sobrevaloración de la vivienda en España. El Banco de España la cifraba entre un 25% y un 35% allá por el año 2005. Dos ejercicios después la agencia de calificación S&P hablaba de un sobreprecio del 30%.

Aquellos cálculos chocaban, no obstante, con el muro de la imaginería popular, según la cual la vivienda no baja. La complacencia de las administraciones contribuyó a fortalecer esta burbuja que, no obstante, muestra una sorprendente resistencia a estallar. Mientras en otras áreas advertidas de burbuja -Reino Unido, EE UU, Irlanda- los precios se han desplomado, en España no. Y no será por el punto de partida. El precio de la vivienda media equivalía en 2007 a casi ocho veces el salario medio. En el Reino Unido el máximo no llegó a seis, y en EE UU a cuatro.

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