El FMI repartirá entre sus miembros 250.000 millones de dólares
El FMI repartirá en los próximos seis meses 250.000 millones de dólares prometidos por el G-20 para fortalecer las reservas de los países miembros, según acordó ayer el Comité Monetario y Financiero Internacional, su principal órgano ejecutivo.
La distribución de los recursos, en Derechos Especiales de Giro (SDR, en inglés), fue decidida en la cumbre presidencial del G-20 del pasado 2 de abril en Londres, que no puso fecha para su desembolso.
En la reunión semestral del Comité (IMFC, por su sigla en inglés), celebrada ayer en Washington, los países en desarrollo solicitaron que los recursos se distribuyeran cuanto antes, por lo que se acordó hacerlo "bastante antes de la Asamblea Anual", que tendrá lugar en octubre, indicó el órgano en un comunicado.
El SDR es una moneda virtual creada por el Fondo, que administra un pequeño mercado donde los gobiernos la intercambian por divisas de verdad. En la práctica, para un banco central tener SDR es lo mismo que poseer una divisa fuerte, como dólares o euros, por lo que la recepción de la moneda del Fondo supondrá un fortalecimiento de sus reservas. La última vez que el FMI hizo un reparto similar fue en 1981, según fuentes de la entidad.
Cada país recibirá SDRs de acuerdo con su cuota de participación en el FMI, por lo que los países desarrollados se quedarán con aproximadamente el 60% de los 250.000 millones de dólares.
Pese a apoyar el reparto, Brasil y Argentina, en nombre de toda América Latina, se quejaron de ese desequilibrio en la reunión del IMFC y el ministro de Hacienda de Brasil, Guido Mantega, pidió una segunda distribución de SDRs específicamente para los países en desarrollo.
"Si hay inyección de recursos y no hay cambio de gestión, no nos sirve", dijo el ministro coordinador de Política Económica de Ecuador, Diego Borja, en referencia al método de asignación de los SDRs, que beneficia a los países ricos.
En su reunión, el IMFC también estudió la propuesta elaborada por la gerencia del FMI para la emisión de un bono para financiarse, algo que había propuesto el G-20 en su cumbre presidencial.
El director gerente del Fondo, Dominique Strauss-Kahn, explicó que los bancos centrales podrán adquirir el bono, que usará el SDR como moneda y ofrecerá la rentabilidad media de la deuda a corto plazo en dólares, euros, libras esterlinas y yenes, que ahora se sitúa en el 0,46% por año. "Estoy seguro de que será usado, porque proporciona flexibilidad", dijo.
China, Rusia, India y Brasil están interesados en canalizar aportes adicionales a las arcas del FMI a través de ese futuro bono, indicó Mantega, que se reunió esta semana en Washington con sus colegas de esos países. No quiso decir, sin embargo, a cuánto podrían ascender.
Esos países rechazaron, sin embargo, la propuesta elaborada por la gerencia del Fondo sobre el diseño del futuro título, principalmente porque el bono es a demasiado largo plazo y ellos desean que su vencimiento sea de un año. El FMI nunca ha emitido bonos, aunque esa posibilidad está contemplada en sus normas desde su fundación, en 1944.
Más protagonismo para los emergentes
Al mismo tiempo, los países emergentes reclaman más influencia en el Fondo y temen que si materializan sus aportaciones a la entidad, que pretende triplicar sus recursos hasta los 750.000 millones de dólares, perderán una importante medida de presión para exigir una reforma del voto.
Cuentan con un aliado potente en la figura del secretario del Tesoro de Estados Unidos, Timothy Geithner, quien hoy pidió más peso en el FMI para ellos en su intervención ante el IMFC.
"Se necesitan acciones más enérgicas para redistribuir las cuotas (que determinan el voto) en favor de los mercados emergentes que tienen las economías más dinámicas", dijo Geithner.
El responsable del Tesoro propuso específicamente limitar la representación de los países avanzados en el Consejo Ejecutivo del FMI, el órgano que toma las decisiones del día a día en el organismo. Sugirió también reducir el tamaño del Consejo de los actuales 24 directores a 22 en 2010 y a 20 en 2012.
En la práctica, esa propuesta implica la disminución de la presencia en ese órgano de Europa, que designa o tiene gran influencia en la designación de nueve miembros.