Del negro opaco a una tonalidad de grises
Anda en estos días la comunidad financiera sumida en un interesante debate sobre el futuro de las economías y los mercados. En un extremo del ring figuran los optimistas, los que ven vaso medio lleno, y que estiman que la recuperación económica, al menos la de Estados Unidos, podría estar a la vuelta de la esquina. Esto es, para dar comienzo en verano o muy poco después.
Enfrente se encuentran los pesimistas, los que opinan que aún queda mucha basura por aflorar en el sector financiero y que creen insuficientes las inyecciones públicas de capital acometidas hasta el momento, porque las entidades aún deberán realizar nuevas provisiones milmillonarias.
Obviamente, cualquiera de los dos escenarios tendrá un impacto sobre los mercados. Si, efectivamente, las políticas emprendidas desde la Casa Blanca comienzan a surtir efecto sobre la economía, los mínimos que vieron las Bolsas a comienzos del mes de marzo podrían ser los definitivos de esta crisis de libro de historia. En caso contrario, si la cosa se pone fea de nuevo, habrá que buscar nuevos soportes por debajo de donde los índices rebotaron la última vez. Afortunadamente, algo sí ha cambiado con respecto a hace algunos meses. Por aquel entonces había una opinión de consenso que era de todo menos positiva. Hoy, al menos, existen voces que han pasado de verlo todo negro a atisbar ciertas tonalidades de grises.
El propio mercado está reflejando ese cambio de actitud. La Bolsa ha rebotado un 23% desde comienzos del mes de marzo y la volatilidad, el riesgo del mercado, ha descendido desde unos máximos del 80% a finales de 2008 al entorno del 39%. Esta es una cifra algo superior a la media de los últimos nueve años, que fue del 21%, pero también los analistas subrayan que ese 21% de volatilidad era anormalmente bajo.
Nadie dice que a corto plazo no vayamos a sufrir nuevos sustos. Y por ello la cautela debe ser la máxima que rija las inversiones en estos momento. Pero algo está cambiando a mejor y parece que el mundo, al final, no desaparecerá con esta crisis.
Miguel Rodríguez. Jefe de mercados de Cinco Días