Golpe de timón
Hace unos días el Gobierno nos sorprendía gratamente reconstruyendo los puentes que se habían roto con Estados Unidos durante los últimos años. Por fin la foto de Zapatero y Obama era una realidad. No obstante, la noticia quedaba algo deslucida ante los crecientes rumores de cambios en el Ejecutivo.
La mayoría de los medios de comunicación se hacían eco. Todos ellos apuntaban más o menos las mismas quinielas, lo cual me acaba sonando más a filtración de sus propias filas. Pero en fin, los cambios ya están aquí. Y desde luego, teniendo en cuenta la pasividad que ha caracterizado hasta ahora al ejecutivo (si no en todos los ámbitos, sí en los que ahora nos importan a todos los españoles), es de celebrar. Hacía falta un movimiento en el timón y Zapatero lo ha dado.
Lamentablemente nos encontrábamos con un Gobierno asfixiado por la crisis y bastante presionado por la oposición. Esta situación lo había dejado paralizado y empezaba a ser preocupante. Por eso, vaya por delante mi aplauso a los cambios, al intento de dar otro ritmo. No sabemos todavía si serán acertados pero quiero pensar que algo bueno nos traerán en estos tiempos tan duros.
Centrándonos en los cambios esenciales, se nos va el vicepresidente Pedro Solbes. Le sustituye Elena Salgado, con una acreditada eficacia en la gestión, y entran Manuel Chaves y José Blanco. Se va un perfil técnico y entran dos pesos pesados del partido. Sin duda, la política vuelve a mandar sobre la economía.
Alguien llegó a afirmar que Pedro Solbes era 'el ministro que nunca quiso serlo'. Y ciertamente no se equivocaba porque al final, la carrera del hasta anteayer titular de Economía era fruto de un montón de casualidades y favores como él mismo había afirmado en más de una ocasión. A nadie se le escapa que Solbes estaba cansado (se le leía en la cara) y que, para afrontar una crisis de caballo como la que tenemos encima de la mesa, necesitábamos a alguien nuevo o por lo menos alguien que mostrara una proyección pública algo más esperanzadora. Sangre fresca con una mínima ilusión por cambiar las cosas de una vez. Salgado no es que sea nueva en estos lares pero tiene fama de buena gestora y puede ser una buena opción, aunque tengo algunas dudas de si será la óptima. Es una mujer con currículo y, desde luego, eso es condición necesaria pero no suficiente. Dicen que tiene carácter y energía y eso ya me gusta más.
Respecto a Manuel Chaves, qué podemos decir. Permítanme la ironía pero casi me alegro más por los andaluces. Gracias a estos cambios van a poder renovar algunas cosas. Chaves llevaba 20 años de presidente en el territorio con más paro de Europa. Su nueva responsabilidad es seguramente la más complicada. Resolver el pacto de financiación intentando satisfacer las reivindicaciones de muchos. Si bien Andalucía puede beneficiarse de su salida a lo mejor ganamos un buen negociador territorial.
Alejandro Alcaraz. Profesor de EADA y socio-director de Spinnaker Consulting