Un modelo a seguir en I+D
La confirmación por parte del Consejo de Ministros el viernes 27 de marzo de que las deducciones fiscales por I+D+i se mantendrán 'indefinidamente' son una excelente noticia, pero falta un trecho corto para bordarlo. Este trecho pasa en primer lugar por considerar que en Portugal disponen de una deducción por I+D+i mucho más generosa que la nuestra ya que en el año 2006 se redujo el porcentaje de deducción aplicable en España dejándonos por detrás de nuestros vecinos. En segundo lugar, merecerían consideración las voces de muchas empresas que manifiestan su desesperación ante la dureza con que la Inspección de Hacienda trata sus ansiadas deducciones.
Si bien la noticia del apoyo del Estado a los esfuerzos en I+D+i de las empresas hará posible que éstas puedan definir sus estrategias de innovación a largo plazo, necesitamos además una modernización de la economía de forma estructural y no coyuntural. Una empresa puede deducirse en la actualidad hasta casi un 60% del gasto de un proyecto de I+D+i, pero si miramos a Portugal, en estos momentos cuenta con el mecanismo más potente en Europa de deducciones fiscales por I+D, llegando éstas hasta un 82,5%. Como en el mundo al revés de la poesía satírica de Quevedo, contra el vicio de pedir, ¿será en esta ocasión la virtud de dar del Gobierno español?
Nuestros vecinos eliminaron durante un año la deducción fiscal y el porcentaje del PIB se redujo drásticamente, por lo que inmediatamente hicieron suya la normativa española, que tan buenos resultados estaba generando. Ahora nos han adelantado, ya que durante estos últimos años España ha puesto el freno a una de las ayudas más generosas, provocando el parón de numerosos proyectos innovadores.
Los datos de la encuesta sobre el potencial científico y tecnológico nacional (IPCTN) de 2007 realizada en Portugal, ponen de manifiesto que es el país europeo en el que la inversión en I+D creció más entre 2005 y 2007, llegando al 0,61% del PIB (un total de 988 millones de euros). Los datos muestran asimismo un crecimiento inédito en Portugal en cuanto al número de empresas que realizaron I+D, pasando de aproximadamente 930 en el año 2005 a más de 1.500 en 2007.
En España, la instrumentación del incentivo, que es lo que al final posibilita su correcto aprovechamiento, es lo que genera o no un incremento del I+D como porcentaje del PIB. Por ello, es imprescindible que todos los agentes que intervienen en la gestión de la deducción por I+D+i mantengan una unidad de criterio. El objetivo común de todos ellos debe ser permitir a las empresas acceder a unas ayudas que les corresponden. Por este motivo, debería verificarse que las inspecciones fiscales se guían por las mismas motivaciones que las manifestadas por el Consejo de Ministros el viernes 27 de marzo. El criterio no puede ser otro que el de dar al que tecnológicamente se lo merezca.
Volviendo a la poesía satírica, la dicha que tarda, con gusto se aguarda, y si nuestro sistema de incentivos fiscales a la innovación vuelve a los puestos de cabeza internacionales, con o sin mecanismos como el de nuestro país vecino, bienvenido sea.
Víctor Tarruella de Oriol. Director general de Asesoría I+D+I y miembro del Círculo de Empresarios