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Madrid muestra el esplendor del Settecento veneciano

El Museo de Bellas Artes reúne 52 obras de maestros como Ricci, Canaletto o Tiépolo.

Este es el año de la pintura veneciana en el mundo. Treviso, en la región del Véneto, París y Nueva York se rinden a la obra de los artistas venecianos. A ellas se suma Madrid, que desde hoy y hasta el próximo 7 de junio muestra en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Alcalá, 13) el esplendor de la pintura veneciana en el siglo XVIII. La exposición Settecento veneziano. Del barroco al neoclasicismo, organizada por la Fundación Banco Santander, reúne 52 obras de los artistas más importantes del periodo, la mayoría de ellas inéditas en España. Víctor Nieto, académico delegado del Museo de Bellas Artes, destaca la importancia de poder admirar la obra de unos autores que no están ampliamente representados en las colecciones españolas.

La maestría de Ricci, Zuccarelli, Guardi, Belloto, Canaletto y Tiépolo convierten a esta muestra en una de las más completas realizadas en España sobre pintura veneciana. Para mostrar ese florecimiento artístico, la comisaria Annalisa Scarpa -gran conocedora de la obra de Sebastiano Ricci, uno de los grandes exponentes del Settecento veneciano-, ha dividido la exposición en dos partes, la primera centrada en pinturas figurativas o religiosas y la segunda, en paisajes y las famosas vedute o vistas. El hilo conductor es la luz y el uso del color.

La preocupación de los pintores venecianos por la percepción de las transformaciones de la luz y el color, al igual que la atención por captar lo singular, anecdótico y cotidiano alcanzaron un desarrollo inédito en la pintura del siglo XVIII. Venecia, sumergida en una decadencia política, económica y social, vive uno de los momentos artísticos más fructíferos y relevantes que vuelve a situar la ciudad en el panorama artístico europeo, igual que sucedió en el Cinquecento con Tiziano, Tintoretto o el Veronés.

El auge de la pintura se afirma con el papel de los artistas venecianos en las cortes europeas. Antonio Bellucci, Sebastiano y Marco Ricci, Pellegrini, Amigoni o Canaletto hicieron las maletas para expandir su arte. Las cantidades pagadas por las obras actuaba de efecto llamada.

Gian Battista Tiépolo ejerció de pintor en la corte de Carlos III, donde decoró los techos del Palacio Real de Madrid y donde fue nombrado profesor de anatomía de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, que ahora lo recupera.

Prácticamente la mitad de las obras expuestas no ha salido antes de Italia, según la comisaria. Proceden de la Colección Terruzzi, el Museo di Capodimonti, el Museo Cívico de Vicenza, la Colección Simona Romano, entre otras instituciones. Annalisa Scarpa destaca La Inmaculada Concepción y ángeles, un cuadro de Piazzetta que la Galleria Nazionale de Parma difícilmente presta.

La guinda de la exposición es La caccia ai tori en la plaza de San Marco de Cimaroli, que narra la celebración de una popular fiesta veneciana con motivo de la visita del hijo primogénito de Augusto III, heredero del trono de Polonia. También un testimonio histórico e iconográfico.

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