Contra la economía sumergida
A pesar de la fuerte caída de los ingresos por impuestos, derivada de la crisis, la recaudación por la lucha contra el fraude fiscal creció un 8,3% en 2008. Esto confirma la eficacia de la que se ha dotado la Agencia Tributaria, que, en pocos años y pese a las críticas sobre lo estimulante que para el erario es su actividad, se ha convertido en modelo de buen funcionamiento administrativo. Pero al mismo tiempo es reflejo del mucho trabajo que le queda por hacer contra los que engañan a la Hacienda pública, es decir, a los contribuyentes que sí cumplen con el fisco.
En este segundo aspecto, resulta muy recomendable que la Agencia Tributaria cumpla con el principal objetivo que se ha marcado para este año: centrarse en la economía sumergida. La inspección debe reforzarse en este campo no sólo por la posibilidad evidente de que resurja por la crisis económica, sino más bien porque representa históricamente una enorme losa sobre el buen funcionamiento de la economía española.
El mayor control de las mercancías que entran en España, de los almacenes para evitar transacciones no declaradas y el examen de declaraciones de contribuyentes para comprobar que lo declarado se ajusta a la actividad real son buenas vías de acción. Pero hay otras muchas para sacar a flote a quienes no sólo engañan al fisco, sino que pudren los cimientos de la economía.