La banca debe renovar 71 millones de tarjetas en España en dos años
Revolución en la cartera. La banca española debe renovar entre este año y 2010 casi 71 millones de tarjetas de débito y crédito. ¿El motivo? Se unifican los estándares de los pagos electrónicos en toda Europa. Los clientes dejarán de firmar los recibos en las tiendas y, en su lugar, deberán teclear un código de identificación personal (pin).
Los clientes de una entidad financiera dejarán de sentirse como estrellas de cine cuando vayan a un comercio. En breve, ya no tendrán que dejar su autógrafo al dependiente cada vez que hagan una compra con tarjeta. La implantación de la tecnología chip en la industria de los pagos electrónicos acabará con el ritual de banda magnética, recibo en mano, bolígrafo y firma.
Este cambio es fruto de la implantación de la zona única de pagos en euros, también conocida como SEPA por sus siglas en inglés. Tras la implantación de los billetes y monedas de euro, las autoridades comunitarias y la industria financiera comenzaron a trabajar en la creación un sistema único de pagos electrónicos para toda la UE. Su intención es acabar con las diferencias operativas entre transacciones nacionales y transnacionales para 2011.
Con este objetivo en mente, se decidió adoptar la tecnología chip para el entorno de tarjetas. Este estándar se conoce como EMV, un acrónimo que alude a las firmas Eurocard, Mastercard y Visa. La ventaja del chip es que dota de más seguridad a las transacciones, al obligar al titular a teclear su pin cada vez que compra algo, y dificulta la falsificación del plástico.
Las bondades del DNI
Si bien la reducción del fraude era un tema sensible en países como Reino Unido, la banca española ha acogido la tecnología chip a regañadientes y por eso apura al máximo su implantación. Las entidades nacionales registraban ratios de estafa asumibles gracias a la costumbre de pedir a un cliente su DNI cuando va a pagar con tarjeta. La implantación de una tecnología nueva conlleva para bancos y cajas un cargo muy oneroso.
Al cierre de 2008, estaban adaptados a la tecnología EMV el 96% de los 61.714 cajeros, el 80% de los 1,56 millones de datáfonos y apenas el 7,3% de las 76,4 millones de tarjetas que existen en España, según estimaciones la Comisión de Seguimiento de la Migración a la SEPA. Quedan pendientes de renovar, por tanto, 70,8 millones de plásticos.
Las entidades de crédito han adaptado con mayor rapidez sus instrumentos para procesar pagos -el negocio de adquirencia- porque la responsabilidad en caso de fraude ha cambiado: antes era el banco emisor de la tarjeta quien debía atender el menoscabo económico causado. Ahora, en cambio, es responsable el dueño de la máquina que ha procesado la transacción si su cajero o datáfono no está adaptado al estándar EMV.
La distribución masiva de tarjetas con chip ha comenzado este año. Al cierre de 2010, todas las infraestructuras y procesadores del continente deben operar bajo los criterios establecidos por la Directiva de Servicios de Pago. Pero el negocio de emisión avanza a distinto ritmo según la entidad. Mientras Cajamar y Caja de Ávila han renovado todos sus plásticos, otras entidades ni siquiera han empezado.
El proceso de sustitución se realiza de forma escalonada. Sirva como ejemplo el caso de Banco Sabadell. 'La emisión de tarjetas con chip se ha iniciado con un perfil de clientes que reparte su residencia entre España y otros países. El siguiente paso está en los colectivos de empresas y de clientes particulares que viajan mucho. Finalmente, se migrarán al resto de clientes particulares', explica Albert Figueras, director de medios de pago de la entidad catalana.
Impulso al prepago y al pago aplazado
Las entidades financieras tienen claros cuáles son los instrumentos de pago que desean fomentar. 'En el segmento particulares nos centramos en tarjetas de pago aplazado o revolving', explica María Lorenzo, directora de medios de pago de Banco Popular. Y añade: 'Este año exploramos nuevas formas de pago, como los desembolso con tarjetas sin contacto, las compras por móvil o las órdenes telemáticas que permiten retirar dinero de un cajero sin hacer uso de la tarjeta'.En Ibercaja apuestan por las tarjetas de pago semanal y de crédito a fin de mes. Si bien en la caja aragonesa admiten que 'la bajada de consumo provocada por la crisis y las restricciones en la concesión de riesgos no favorecen la emisión de tarjetas de crédito fin de mes ni el uso de tarjetas como herramienta de financiación, estos aún son los productos a potenciar porque mejoran la vinculación con el cliente'.