Expertos en el fin del mundo
Anticuario, organizador de ArtemaníaEn los 43 años que llevo dedicado al mundo del arte y las antigüedades no ha habido ni uno solo de ellos en que el sector no se haya proclamado a sí mismo como inmerso en una crisis. Las bonanzas y booms que inflaron desaforada (y transitoriamente) las cuentas de resultados de otros sectores como la Bolsa o el ladrillo nunca pisaron una tienda de antigüedades.
Al contrario, la estabilidad ha sido una constante vital de nuestro negocio, la estabilidad tirando a flojillo, dirán muchos de mis colegas, pero estabilidad a fin de cuentas.
Y, hombre, aunque, como en todo, ha habido tiempos mejores y peores, y épocas en que el cliente se gastaba 10 donde antes se gastaba 100, la verdad es que más allá de las lógicas diferencias en función de los distintos momentos y coyunturas económicas, el mundo del arte y las antigüedades nunca ha estado sometido a esos grandes altibajos que afectan a otros sectores de la economía.
Los anticuarios y galeristas siempre nos hemos movido al margen de esa clase de cataclismos. Tal vez porque lo que nosotros vendemos trasciende el mero valor monetario para abarcar otros intereses, por llamarlos así, más espirituales. Y es que, independientemente de lo que cueste, un cuadro, una antigüedad o una joya tienen un valor para la persona que lo compra que entra en el terreno de lo intangible. Para esa persona, esa pieza tiene un significado único y una carga emocional que nada tiene que ver con si costó caro o barato, si comprarlo fue un auténtico chollo o si tuvo que empeñarse para adquirirlo.
O tal vez el nuestro sea un negocio tan estable porque nuestra actividad no es nueva, sino que lleva desempeñándose desde el principio de los tiempos, y es lógico que con todo ese recorrido a sus espaldas el sector se tome las cosas con calma y sin dejarse impresionar por anuncios de cataclismos y debacles financieras. El arte y las antigüedades han sobrevivido a guerras, a hambrunas y cracs financieros mucho más dramáticos que los que nos sobrevuelan en la actualidad.
Es lo bueno de trabajar en un ámbito tan poco dado a alardes. A veces incluso demasiado. No conozco a ni un solo anticuario o galerista que no se queje de cómo le van las cosas. Y no hablo de ahora sino de toda la vida de Dios. Al contrario que en otras profesiones, donde si no proclamas tu éxito a los cuatro vientos parece que no vales nada como profesional, en el nuestro, cuanto más llores, mejor.
Sin llegar a esos extremos, dadas las circunstancias a todos nos convendría un poco de equilibrio. Por eso no lloraremos esta vez. Seguiremos trabajando con ilusión y con la seguridad que nos brinda el saber que nuestro producto es imperecedero y ajeno a modas, y que además, precisamente por su estabilidad, es un buen momento para comprar y vender arte y antigüedades.
Para terminar, un mensaje de ánimo dirigido a aquellos otros empresarios y profesionales de otros ámbitos, tal vez empachados de éxito antes y que ahora lo están pasando mal: que no piensen que esto es el fin del mundo. Se lo dice un anticuario que, como tal, ha asistido ya a más de uno.
Patrick Moore. Anticuario, organizador de Artemanía