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Columna
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Angustia en Río Tinto

Hace un mes, los inversores de Río Tinto tenían razón para estar indignados. La minera anglo-australiana rompió las reglas al acordar vender activos y acciones por 19.500 millones de dólares a una compañía pública china. El acuerdo de Río con Chinalco está lejos de ser ideal. Chinalco podría usar su influencia para ejercer presión en los precios de Río. Y con el 18% del accionariado, se puede descartar una repetición de la oferta de BHP Billiton.

Pero los mercados de materias primas han empeorado desde que se anunció el acuerdo. Las acciones de Río ha caído un 15% y los acereros chinos aprietan para recortar un 40% el precio del mineral de hierro. Pasado un mes, la mayor prima nominal que Chinalco paga parece más atractiva. A los accionistas también les parecerá menos atractiva la alternativa obvia, una ampliación.

En el lado bueno para los accionistas, el acuerdo de Chinalco puede verse como una cuasi opción de compra. Chinalco pagará 52 dólares por acción por los 7.200 millones de dólares en bonos convertibles. Si las acciones de Río caen por debajo de su actual nivel de 26 dólares, los inversores pueden dejar a los chinos que paguen caro. Si el precio de las acciones se recupera, los inversores pueden impulsar una ampliación de capital.

Cuando el dinero esté en el banco, las accionistas no deberían dejar de culpar a los miembros del consejo. Deberían haber actuado hace seis meses, cuando el monto de la deuda empezaba a parecer insostenible. Entonces habrían tenido opciones más reales.

John Foley

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