El Santander reconoce que la banca española "no es inmune" a la crisis financiera
La intensificación del ajuste del mercado inmobiliario y la desaceleración de la economía también repercuten sobre la actividad del sector financiero, afirma el directivo en una entrevista a la revista de Estadística Indice.
El máximo responsable financiero del Santander explica que el sistema bancario español padece los efectos de dicha crisis a pesar de no contar con activos tóxicos, origen de las turbulencias en Estados Unidos, cuyos efectos se han contagiado a todo el mundo.
Las entidades españolas han quedado al margen de los efectos "de primera ronda" de la crisis, gracias también a sus balances de bajo riesgo, muy orientados a sus clientes, y a no descuidar su papel como captadores de depósitos, que representan la base de su capital, señala.
Además, Alvarez incide en que el Banco de España obliga a mantener un elevado nivel de provisiones, lo que representa "un importante colchón," y no permite sacar del balance los préstamos mientras no se produzca una transferencia real del riesgo, por lo que las entidades españolas han continuado evaluando de cerca el riesgo incurrido a la hora de conceder financiación.
"Las crisis financieras son difíciles de prever, e incluso cuando se van acumulando desequilibrios, no es fácil anticipar el momento en que pueden desencadenarse ni su intensidad", sostiene el director financiero del Santander.
No obstante, destaca que se ha ido comprendiendo la naturaleza de la crisis, y los operadores cuentan ya con una idea clara de sus orígenes y causas, entre las que figuran la elevada liquidez en el sistema antes de que se produjera, los bajos tipos de interés, la revalorización de activos y la asunción de riesgos excesivos en un escenario de apalancamiento sin precedentes.
El fuerte desarrollo de las hipotecas 'subprime' y de estructuras financieras con un alto porcentaje de endeudamiento difícil de gestionar son una prueba de dichos excesos, junto al crecimiento de innovaciones financieras fuera del balance de las entidades, lo incentivó el volumen de operaciones a costa de una incorrecta supervisión de los riesgos que entrañaban.
"Al fin y al cabo, consideraban algunos, si hay un impago será otra entidad, la que ha comprado el producto finalmente, la que asuma la pérdida", explica el director financiero del Santander.