El dos por uno y la barra libre
Comentaba el otro día un gestor de patrimonios que lo acontecido hasta el estallido de la crisis se asemeja mucho a cuando en los bares se puso de moda el dos por uno, es decir, pagar por una copa y consumir dos. 'Hemos vivido una auténtica barra libre de liquidez, y ahora pagamos las consecuencias', decía.
El caso es que entre diciembre de 2002 y junio de 2007 los mercados vivieron una era dorada que invitaba al exceso: los tipos de interés se mantuvieron a niveles históricamente bajos, al igual que la volatilidad de las Bolsas, que se mantuvo de media en el 15% en el periodo.
Aquello era jauja, porque la financiación era barata y el riesgo bajo, lo que invitaba a apalancarse para realizar inversiones. Es más, por aquel entonces aquella compañía que no se endeudaba para crecer era penalizada por el mercado, todo lo contrario de lo que sucede a día de hoy. También los inversores institucionales, y sobre todo los hedge funds, se vieron obligados a asumir más riesgo, para lograr obtener rentabilidades de unas carteras que poco podían ofrecer del lado más conservador con unos tipos muy bajos y una volatilidad bajo mínimos. Vamos, que la asunción de riesgo se premiaba y el coste de oportunidad, el retorno que le exigen los inversores a un activo o cartera, era elevado, en un entorno de inflación al alza.
Luego vino lo que vino: los tipos en el interbancario se dispararon, se secó el crédito, la volatilidad se disparó hasta el 80%; se penalizó el riesgo y el apalancamiento, y los inversores entraron a la desesperada en los activos más conservadores.
Antes o después la situación debería volver a su cauce, o al menos a uno más tranquilo. Pero así como una volatilidad del 80% en los mercados no es algo normal, tampoco lo es una del 15% durante años y años. Los problemas vienen cuando el inversor pierde la noción del riesgo, cuando asume que siempre se gana y nunca se pierde. Ahí es donde se crean las burbujas.