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Construcción

Las cementeras paran máquinas ante la caída histórica del consumo

Los gigantes del cemento en España, Cemex, Cementos Portland, Holcim y Lafarge, entre otros fabricantes, están llevando a cabo una dura política de ajuste ante la caída del consumo. En las últimas semanas han paralizado sus labores de producción al menos 3 de las 37 fábricas que hay en el país, pero son decenas las que trabajan a medio gas, con hornos apagados durante semanas a la espera de colocar en el mercado el stock de cemento.

Grandes y pequeñas, de norte a sur, locales y extranjeras. Las cementeras están en jaque por la crisis del ladrillo y las medidas de choque no se han hecho esperar. Cada una de las 37 fábricas españolas protagoniza una historia de ajuste como respuesta a un momento convulso: en enero, el peor mes de la historia para estas empresas, la demanda de cemento se desplomó un 51,9%.

La mayor planta del país, la de Morata de Tajuña (Madrid), tiene uno de sus tres hornos parados y los otros dos funcionan a menos del 70% de su actividad normal, según fuentes del sector. La instalación pertenece al mayor productor local, la cotizada Cementos Portland Valderrivas, que explica que se ha aprovechado el frenazo en las ventas para acometer obras de renovación en un horno. "En años anteriores la producción estaba al 100% y no podíamos atender las obras", argumentan desde la empresa. Aún así, Cementos Portland reconoce que está produciendo muy por debajo de cuotas del pasado, cuando se forzaba la máquina para responder al mercado.

Más allá de hornos apagados, Cemex ha echado el cierre en su instalación alicantina de San Vicente de Raspeig, donde tenía permiso para operar hasta el próximo mes de agosto, y el próximo mes de junio convertirá la planta de Vilanova y la Geltrú (Barcelona) en una plataforma dedicada sólo a la venta. Al margen de esas dos decisiones, la multinacional mexicana está modulando el funcionamiento de los hornos de sus seis plantas restantes. Y es San Feliú, en Barcelona, la que mantiene inactiva una de sus dos líneas de producción en las últimas semanas.

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La mayoría de las entidades consultadas coincide en que será difícil salir de la crisis sin la toma de medidas estructurales: "A la vuelta de dos años no habrá 37 fábricas en España porque la demanda jamás volverá a los 56 millones de toneladas de 2007", argumenta a micrófono cerrado un buen conocedor del sector. Ya en 2008 el consumo local cayó hasta los 42,7 millones de toneladas y en 2009 las estimaciones que manejan las empresas hablan de 33millones de toneladas, un 30% menos.

Exceso de stock

Los almacenes de clinker (producto intermedio en la elaboración del cemento) están a rebosar y los pedidos flaquean. En consecuencia, las cementeras bloquean y arrancan la producción en función de los pedidos. Algo que no había sucedido en la última década, cuando España era un gran importador de clinker porque las plantas no daban abasto.

Otro gigante mundial, la francesa Lafarge, reconoce no ser ajena a la crisis. Los hornos de sus tres fábricas, en Montcada i Reixac (Barcelona), Sagunto (Valencia) y Villaluenga de la Sagra, (Toledo) frenan "en días concretos". Fuentes solventes del sector afirman que la última de estas instalaciones está seriamente afectada por el batacazo de la construcción, a lo que fuentes de Lafarge responden que "tanto como cualquier otra fábrica española".

Holcim completa el póquer de ases del cemento, con seis plantas en la mitad sur del país. La firma ha llevado a cabo el cierre de Torredonjimeno (Jaén) y, desde el día 4, ha rebajado a cero la producción de clinker en otros dos puntos: Lorca (Murcia) y Gador (Almería). Además, también ha aminorado la marcha en la toledana Yeles.

La crisis del ladrillo es una realidad de la que tampoco escapan las pequeñas. La cementera que el grupo Alfonso Gallardo (Cementos Balboa) abrió en la localidad pacense de Alconera (Badajoz), en 2005, es un ejemplo. No tiene competencia fabril en toda Extremadura, pero incluso en esa situación se ha visto obligada a "realizar paradas temporales", según fuentes oficiales. En 2008 su horno actuó a menos del 70% de sus posibilidades, una cuota que será difícil de repetir en 2009

Las empresas se agarran al recorte de costes

Cuando semanas atrás Cementos Portland Valderrivas comunicó el recorte drástico en el número de consejeros de sus filiales (Uniland, Cementos Alfa y Cementos Lemona), no hacía más que picar en la punta del iceberg.Tanto esta firma del grupo FCC, como el resto de los productores con presencia en España, se hanembarcado en una campaña con cuatro líneas principales de actuación: adaptar la producción a la demanda con la paralización de hornos; aumentar las exportaciones; tratar de sacar al Gobierno un acuerdo en la sustitución de combustibles fósiles y sobre la revisión a la baja de la tarifa eléctrica, y, por último, ajustar costes.En la última de esas estrategias es en la que se incide en estos momentos. El crecimiento ininterrumpido que ha experimentado el consumo en la última década ha hecho que las fábricassubcontratarán tareas como la explotación de las canteras, el mantenimiento de los hornos osimples trabajo de mecánica y limpieza. Una externalización de servicios que está a punto de pasar a la historia, según explican fuentes del sector."El reto es adaptarnos al entorno económico sin destruir empleo, por lo que nuestras plantillas pueden asumir trabajos que hoy prestan terceras empresas", dice un alto directivo.En cuanto al precio de la energía, el fin de la tarifa eléctrica industrial el pasado 1 de julio, encareció la factura de la luz para las cementeras en torno a un 45%. Una situación que se ha sumado al 175% de incremento en materia impositiva y al 36% de rebaja en las compensaciones que recibía el sector por su capacidad de interrumpir el consumo de energía si el sistema precisabaevitar una saturación en la demanda. El resultado de esta ensalada de cifras es que "las cementeras pagan desde julio de 2008 un 80% más por la energía que hace dos años", se quejan desde el sector. La pelota lleva meses en el tejado del Gobierno, que, de momento, no mueve ficha.

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