Microsoft se lanza al 'retail'
Microsoft planea abrir tiendas al público para vender sus artículos en competencia con las exitosas tiendas de Apple. Pero al estar centrado en el software, en lugar de los dispositivos de moda como el iPhone, le hará al gigante del software más difícil generar el mismo nivel de ruido.
Es fácil ver por qué Microsoft quiere seguir la incursión de Apple en la venta al por menor. Los aproximadamente 250 puntos de venta de Apple generaron unos robustos ingresos de 30 millones de dólares de media por tienda el pasado año. Y tienen gran publicidad. Muchas tiendas de Apple, como su buque insignia en la Quinta Avenida de Nueva York, se ha convertido en destino turístico.
Microsoft fabrica la popular videoconsola X-Box y el no tan exitoso reproductor musical Zune. Pero hay espacio para el negocio de software de la compañía. Desafortunadamente, el software es algo menos atractivo que el hardware -y el que ofrece Microsoft no es lo bastante apasionante para arrastrar a los adictos a los ordenadores, el camino que han tomado las tiendas de Apple. También, la mayoría de las ventas del sistema operativo de Microsoft, su buque insignia, viene preinstalado en los ordenadores. Vendiendo PC de fabricantes como Dell o Hewlett-Packard podría dañar las ventas de las cadenas minoristas que hoy dependen de ello, como Best Buy.
Hay indicadores de que el conocimiento de lo cool de la compañía es algo poco convincente. Contrató al veterano de 25 años David Porter, procedente de Wal-Mart, para encabezar la aventura. El jefe de ventas de Apple, Ron Johnson, ha estado con el máximo competidor de Wal-Mart, Target.
Las tiendas de Microsoft apuntarían a un grupo de población diferente a la de Apple y se convertirá en un imán para los compradores de PC. Esto le posicionaría para el muy anticipado lanzamiento del Windows 7, su próximo sistema operativo. Pero para tener éxito como Apple, la compañía tendrá que trabajar duro para dar la vuelta a su imagen de apagado monopolio. Por Jeff Segal
Rectifiquen, por favor
Los líderes de Francia y Alemania han hecho más de un llamamiento a favor de la revisión del sistema financiero global. A pesar de la pobre relación personal que mantienen y de las muchas diferencias que les separan, Nicolas Sarkozy y Angela Merkel parecen coincidir en lo que el presidente galo llama 'la reforma del capitalismo'. Tanto París como Berlín abogan, entre otras cosas, por una mayor regulación de los bancos, de los hedge funds, de las agencias de rating y de los paraísos fiscales.En Europa continental abunda un cierto punto de regocijo con respecto a la crisis del ahora harto criticado modelo anglosajón. Es comprensible, teniendo en cuenta que la City y Wall Street, los grandes beneficiarios del modelo que ahora ha fracasado, menospreciaba al resto -a pesar de que los bancos franceses y alemanes intentaron con todas sus fuerzas codearse con los grandes-. Pero los líderes europeos quieren aprovechar el momento para presionar a favor de una mayor coordinación de las normas globales, de manera que la regulación de ciertos países no se vea recortada por la desregulación de otros.Está claro que es deseable llevar a cabo reformas globales, pero la regulación no debería liderar ahora mismo la agenda de europea. Hay asuntos más urgentes.La recesión se está consolidando a lo largo y ancho del continente, y los Gobiernos no han conseguido desarrollar paquetes de estímulo creíbles. Se espera que el PIB de Alemania se contraiga un 2% este año, y el de Francia más de un 1%. Los estados miembros de la UE han respondido a esta situación con algunas ideas sensatas, pero muchos son tentados por los cantos de sirena del proteccionismo y del nacionalismo económico, tal y como se demuestra con el plan de ayudas públicas francesas al sector automovilístico.La reunión de ministros de finanzas del G7 de este fin de semana en Roma será la primera oportunidad para los responsables europeos de economía de conocer a su nuevo homólogo estadounidense, Tim Geithner. En vez de tratar de colocar la regulación como la máxima prioridad de la agenda, los europeos deberían concentrarse en la recesión.Sin políticas sensatas y coordinadas para socializar el dolor económico y restaurar el funcionamiento del sistema financiero, los malos tiempos que corren podrían convertirse en algo aún peor. Si los Gobiernos no encaran los urgentes desafíos económicos y financieros, puede que llegue un momento en que se queden sin nada que regular. Por Pierre Briançon