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CincoRed

Las reformas de Bolonia ponen en jaque el futuro del sector TIC español

El Gobierno sigue sin regular la ingeniería informática. Las nuevas matriculaciones caen un promedio del 15% desde 2002

Las próximas generaciones dejarán de estudiar la carrera porque no creen en ella'. Así de negro lo pinta Sergio Miguel Tomé, 28 años, estudiante de doctorado de ingeniería informática en la Universidad de Salamanca. Es uno de los creadores de la web huelgainformatica.es y organizador de las manifestaciones que llevaron a miles de universitarios españoles a la calle. Protestan contra lo que consideran una injusticia: la ausencia de regulación académica y profesional de la ingeniería informática. 'El problema no es Bolonia, sino las reformas que el Gobierno está realizando para converger a Bolonia'.

Firmada en 1999 por 29 países, la Declaración de Bolonia plantea un objetivo claro: fomentar la movilidad de estudiantes y profesionales en Europa mediante la unificación de títulos y sistemas de créditos. A finales de 2010 debe estar en marcha. Todo bien hasta aquí. Pero, el conflicto ha estallado al acometer algunos países reformas paralelas en preparación a Bolonia. España es uno de ellos. Los cambios en el sistema universitario aprobados por el Gobierno han sido muchos y muy discutidos. Y la informática técnica y superior parecen haberse llevado la peor parte.

Junto con la química, son las únicas ingenierías a las que no se han asignado fichas de competencias. Es decir, áreas de conocimiento adquiridas para aplicarlas después en el mercado laboral. Según María Ribera, presidenta de la conferencia de decanos y directores de informática (Coddi), la decisión es un agravio contra los intereses de los estudiantes y el sector tecnológico. 'Hay profesiones cercanas a la nuestra que sí tendrán atribuciones, sólo pedimos ser tratados igual que el resto de ingenierías'.

El problema viene de lejos. La informática lleva ya 32 años excluida de las profesiones reguladas por ley. El motivo es todavía un misterio. 'Es un tema delicado, ningún gobierno ha querido tomar cartas en el asunto' dice Ribera. Al final, la ausencia de regulación profesional ha desembocado en la no elaboración de fichas académicas. 'El Real Decreto de octubre del 2007 nos obliga a diferenciar entre titulaciones asociadas a profesiones reguladas y otras que no lo están, e informática es una de ellas', explica Felipe Pétriz, director general de universidades del Ministerio de Ciencia e Innovación, quien lleva las competencias trasladadas de Educación. 'Nuestro Ministerio no regula las profesiones, es Industria y Economía'. La paradoja es que éstos se desentienden por completo. 'No tenemos poder decisorio, es Economía', aseguran fuentes de Industria. Y en Economía dicen no saber nada al respecto.

Así las cosas, y tras las protestas masivas, la Coddi y el Ministerio de Innovación están elaborando ahora la lista de competencias a marchas forzadas para, al menos, cubrir el vacío académico. De ser aprobadas, servirían de recomendación a los centros docentes. Es decir, se lograría cierta uniformidad entre los títulos impartidos en las 77 universidades españolas, 27 privadas. De momento sólo tres, entre ellas la Carlos III de Madrid, han comenzado a ofrecer títulos adaptados a Bolonia.

El sector tecnológico aplaude las ventajas de movilidad que supondrá Bolonia, pero mira con preocupación los errores. 'No puede ser que unas titulaciones tengan competencias y otras no, es un fallo garrafal, envía una señal horrorosa a las próximas generaciones', dice José María Vilà, presidente de la Fundación Tecnologías de la Información (FTI), de Aetic.

Por su parte, los proveedores tecnológicos restan importancia a la ausencia de regulación académica y profesional. Según Diego Sánchez de León, responsable de Talento, Organización y Personas en Accenture, regular excesivamente la enseñanza universitaria le quita competitividad. 'Cuanto más regulas, más obsoletas acaban siendo las titulaciones y más tardan en cambiar'.

Pero las tecnológicas son también foco de las críticas. Muchos profesionales del sector les acusan de establecer salarios demasiado bajos para informáticos recién licenciados y no ofrecer salidas profesionales acordes a su preparación académica. En España, el sueldo de un programador de aplicaciones sin experiencia no supera los 16.250 euros brutos anuales. En Alemania o Suiza puede llegar a los 30.000 euros, 1,8 veces más. 'Además de los bajos sueldos, está el intrusismo laboral. Miles de informáticos tienen como jefes a químicos o matemáticos que no tienen ni idea de tecnología', dice Sergio Miguel.

Más allá de la falta de reconocimiento oficial, otros dos obstáculos a raíz de Bolonia añadirán presión al sector TIC. Por un lado, la decisión de establecer en España titulaciones con un primer ciclo (grado) de cuatro años de duración y un segundo (máster) de un año, en lugar de tres y dos años como en la mayoría de países europeos. 'Un grado de tres años y un máster de dos permite plantear niveles laborales y ambiciones diferenciados', opina Ribera.

El otro asunto que preocupa es la posible mercantilización de la enseñanza. Pasar de una situación actual donde el mundo académico y profesional apenas se hablan a otra donde las empresas marquen las necesidades docentes. Según Sánchez de León, hay que entender el espíritu de Bolonia como un acercamiento de ambos extremos. Vilà es aún más concluyente: 'Necesitamos más competitividad en la educación. No podemos tener una universidad en cada ciudad, es un sistema decrépito'.

El déficit de profesionales ahoga el sector

El desajuste no podía ser mayor. Mientras la demanda de licenciados técnicos crece sin tregua cada año, el número de graduados no para de hundirse. La participación de las titulaciones de informática de grado medio sobre el total de matriculaciones ha caído al 17%, a niveles de 1999. En el 2006 se inscribieron 700 alumnos menos de ingeniería superior que en el 2005 y 3.700 menos que en el 2002. Aetic cifra el déficit actual de profesionales en 25.000. Si los datos ya eran preocupantes antes de Bolonia, muchos creen que en unos años, tras las reformas, la situación será insostenible.Las causas del déficit son, por un lado, meramente demográficas. Los jóvenes entre 18 y 24 años han pasado de ser el 11,6% de la población total en el año 2000 al 8,5% en el 2007. Pero, por otro, existe una fuerte crisis de vocación que aleja a los estudiantes de las titulaciones técnicas. 'Estudiar ingeniería es complicado y, a igual retribución, la gente se queda con las que requieren menos esfuerzo', explica Sánchez de León. Accenture contrató en el 2008 a 1.700 nuevos empleados, de los cuales sólo 470 fueron ingenieros informáticos.Para ayudar al sector, organizaciones como FTI intentan cubrir entre el 5% y el 7% del déficit acudiendo directamente a las listas del paro. Seleccionan personal, le dan formación tecnológica y lo transfieren a las empresas que acaban contratando a un promedio del 60%. Hasta al menos dentro de cinco años no se podrá medir el impacto que tendrá Bolonia en el déficit actual de profesionales. De momento, la pregunta que muchos se hacen es si llegado el 2013 será demasiado tarde para reaccionar. Según José María Vilà, el sector TIC es el de mayor potencial. 'Si hacemos mal las reformas, nos quedamos sin porvenir'.

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