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A Fondo

El peso de 50 años de historia

El 6 de marzo de 1959, hace casi 50 años, el entonces gobierno franquista formado por tecnócratas de nuevo cuño (Laureano López Rodó, Mariano Rubio y Alberto Ullastres) aprobó el llamado Plan Nacional de Estabilización Económica con el objetivo de ajustar la maltrecha coyuntura a unos estándares más aceptables, huyendo de la política económica autárquica llevada a cabo por España desde 1939.

Aunque no se puede hablar en propiedad de un pacto (la dictadura impedía cualquier disensión), el hecho de que consiguiera salvar las discrepancias iniciales de gran parte las familias políticas del Régimen sirvió para dar pasos de gigante en lo que luego se consideró como auténtica reforma económica estructural.

Y así fue. En materia monetaria se limitó el crédito al sector privado, el redescuento a la banca y se subieron los tipos de interés. En materia fiscal entre otros asuntos, se limitó el gasto público, se suprimieron las intervenciones de precios de mercancías y se aumentaron los precios de los servicios públicos. En comercio exterior, se devaluó el tipo de cambio (de 42 a 60 pesetas por dólar), se estableció la convertibilidad de la peseta y se abrió España a la inversión extranjera. Las medidas no tardaron en surtir efecto en toda la economía y dieron paso a una larga década de progreso.

Unos 18 años más tarde, en 1977, y con la democracia recién estrenada, otro plan económico de calado, ahora sí envuelto en un gran pacto político (Los Pactos de la Moncloa) sirvió para estabilizar la economía, maltrecha de nuevo por los efectos tardíos de la crisis energética mundial. Una política monetaria más restrictiva, una reforma fiscal integral (incluido un nuevo IRPF) y la ligazón de los salarios a la inflación prevista y no a la pasada sirvieron para atajar la inflación galopante (llegó al 26% en 1977), controlar el déficit corriente y elevar la tasa de actividad (apenas llegaba al 36% de la población).

Hoy por hoy, 28 años más tarde desde que el presidente Adolfo Suárez comandara los Pactos y con la España encuadrada en el corazón de la UE, la coordinación entre administraciones y la unidad de mercado se hacen más útiles si cabe, como indicó hasta su muerte el anterior presidente de la CEOE, José María Cuevas.

Ya no hay tipo de cambio que devaluar (la divisa nacional está integrada en el euro) ni tipos de interés sobre los que decidir (esa es tarea del BCE) como ocurría en anteriores escenarios macroeconómicos. Sin embargo, el Gobierno cuenta aún con un amplio arsenal en el que se encuentra el manejo de la política fiscal, ahora que Bruselas permite licencias con el gasto público, además de medidas urgentes en materia laboral, que pasan por un riguroso control de costes salariales y beneficios empresariales, como indica el Banco de España. El gran pacto político es otra herramienta, como ya se hizo dos veces en los últimos 50 años.

Gobernantes de peso de otros países como el presidente de EE UU, Barack Obama, ya están en ello, intentando llevarse el apoyo de la oposición republicana para luchar contra la crisis. Al menos hay que intentarlo.

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