Vivir la nieve no es sólo para los esquiadores
Cerler se actualiza gracias al grupo Aramón, relanza actividades de 'après-ski' y propone nuevos espacios hoteleros y de restauración.
Un ron cola en una hamaca, bajo la sombra de una palmera en un bar llamado Sarrau Beach. ¿El Caribe? ¿Una playa del Pacífico? No. A 2.000 metros de altura, rodeado de nieve en la estación de esquí de Cerler y con una buena ropa de abrigo. Es una de las propuestas que el grupo Aramón ofrece a los esquiadores para atraerlos al tranquilo Pirineo aragonés y para hacer más agradable su estancia.
El grupo Aramón, participado por el Gobierno aragonés e Ibercaja, se creó en 2003 para impulsar el turismo de nieve en la región. Gestiona cinco estaciones (Cerler, Formigal, Panticosa, Javalambre y Valdelinares) bajo la premisa de dinamizar a través del esquí una zona montañosa que en las últimas décadas se ha despoblado. 130 millones de euros en inversiones para mejorar las infraestructuras dan una idea de la importancia que se le quiere otorgar al turismo blanco, uno de los que más dinero mueven y que no está sufriendo la crisis.
Según un estudio de Ibercaja, sólo la campaña de Navidad ha generado un gasto por parte de los esquiadores de 56,6 millones de euros en las comarcas de montaña aragonesas.
Para que los visitantes disfruten del esquí, pero también del après-ski de calidad -cuando se ha puesto el sol-, no hay nada como la imaginación. El joven equipo que gestiona Cerler tiene claro que deben ser originales para competir con Andorra, Sierra Nevada y el Pirineo catalán, y en su tarea entra mejorar las propuestas e infraestructuras enfocadas al ocio. 'Nuestro principal objetivo es que todos aquellos clientes asiduos al valle de Benasque encuentren novedades, aunque nosotros preferimos llamarles sorpresas', asegura Gabriel Mur, el director de la estación.
Esta temporada la han inaugurado con el Telesilla del amor. Un viejo transporte biplaza, el más lento y menos utilizado por los esquiadores, que sube hasta el pico del Ampriu y que ha sido repensado para que las parejas se enamoren durante el trayecto. El recorrido empieza con un regalo -una piruleta en forma de corazón- y al final, si ha habido suerte y ha surgido la chispa, la parejita se puede conocer más en la terraza del Sarrau Beach, donde termina el trayecto. El 7 y el 8 de febrero realizarán allí el primer encuentro de singles en colaboración con la web Match.com.
Para febrero también proponen un carnaval de disfraces sobre las pistas y la tradicional bajada de antorchas nocturna, desde el pico del Gallinero (la parte más alta de la estación), donde participan gran parte de los lugareños del valle de Benasque o paseos en motos de nieve.
Pero con el atardecer, Benasque -el mayor pueblo del valle- quiere también entretener a esquiadores y a otros amantes de la naturaleza. Lo más aconsejable, después de practicar los descensos, puede ser un spa. El Gran Hotel Benasque ofrece un espacio de relax, un circuito de más de una hora de duración para entrar en calor, que concluye con un masaje o tratamientos de estética, algoterapia o chocolaterapia, o una recuperación en el Centro de Rehabilitación y Fisioterapia. El pequeño hotel Hospital de Benasque, una antigua clínica, también invita a relajarse en el corazón del parque natural Posets-Maladeta.
El último en sumarse al salutem per aqua -con una próxima apertura del spa- es el Hotel Aneto, el primer establecimiento de cuatro estrellas del valle, abierto en noviembre de 2008, decorado para sentirse como en el bosque.
La estación de Cerler es la más alta y arbolada del Pirineo aragonés, con elevadas pendientes para los esquiadores, 'la más alpina' de Aragón, asegura Mur, con una decena de picos por encima de los 2.000 metros, por lo que Benasque queda enclavada en medio de colosos verdes y blancos, como una villa surgida de la nada y que invita al paseo por sus calles de orígenes románicos. Para satisfacer a los más sofisticados, el pueblo se ha ido modernizando en su oferta hostelera, surgiendo tiendas con encanto, ropa de esquí de las marcas más exclusivas, bares donde catar el vino de la tierra -el muy de moda Somontano- y pubs como el Molly Malone donde terminar la jornada con un buen gin-tonic.
Dos propuestas con clase
El nuevo restaurante La Llardana es uno de los mejores lugares para disfrutar de pescados y carnes en el valle. Pero su personalidad, además, se la otorga el mirador a los macizos montañosos que rodean el establecimiento. Otra propuesta interesante es El Veedor de Viandas, una tienda de productos gourmet donde degustar tapas y vinos, comprar buen paté proveniente de la cercana frontera francesa, chocolate de Benabarre o probar una copa de Viñas del Vero, premio de mejor uva garnacha en diferentes ferias.
Un 'safari' nocturno por la estación
Por 120 euros Cerler ofrece una visita desconocida: un safari nocturno por la estación. Los visitantes inician un recorrido en un pisapistas desde 1.500 metros de altura. æscaron;nicamente con la iluminación de la máquina se asciende por la montaña entre la oscuridad.La primera parada, en el centro de producción, donde los técnicos explican cómo se produce la nieve artificial y cómo se controla el estado de las pistas. La segunda parada, en El Rincón del Cielo (a 2.300 metros) con una sorpresa para los visitantes: una copa de cava en medio de la nada, pisando nieve y divisando las estrellas, luces y siluetas del valle pirenaico.En la parada de la Colladeta se muestra cómo los empleados trabajan con los pisapistas para que los esquiadores disfruten de la nieve por la mañana. Y la parada final, una cena en una cabaña de El Ampriu, a 2.000 metros en la soledad nevada.