El Grupo PRISA refunda El País
PRISA integra las operaciones del diario en Internet y en papel para refundarlo como empresa de producción de contenidos de calidad.
La industria de los periódicos, fundamentales hasta ahora en la formación de la opinión pública en las sociedades democráticas, es una industria herida por los cambios tecnológicos y la recesión que se ha instalado en Occidente. Ante esta tesitura, desgranada esta mañana con descarnados indicadores de la crisis económica global y de la prensa por el consejero delegado de PRISA, Juan Luis Cebrián, ante una nutrida representación de la plantilla de EL PAÍS, este periódico se va a "refundar", poniendo en marcha "el mayor cambio cultural" desde su nacimiento para seguir atendiendo al derecho democrático de los lectores a contar con una información completa y veraz.
"En cinco años, con toda seguridad existirán periódicos escritos. Dentro de 10, si se hacen las cosas precisas, a lo mejor, probablemente sí. En 15, no estoy seguro de que sigan existiendo tal y como los conocemos. Existirán si luchamos para que existan", ha explicado Cebrián. Y para ello, la dirección de PRISA ha tomado "la decisión más importante de esta empresa desde su fundación", que cristalizará en una serie de cambios estructurales orientados a modernizar la estructura de producción del periódico.
"EL PAÍS se va a convertir en una empresa de producción de contenidos de calidad para papel, internet y teléfonos móviles", a través de un nuevo modelo organizativo que supone "un cambio estructural" y cristaliza en la creación de tres nuevas empresas. La redacción de EL PAÍS se fundirá con la de su edición en internet (que hasta el momento dependía de otra empresa del grupo, Prisacom). Esta integración no se limita a un nivel periodístico, sino que constituye también una fusión de operaciones económicas. Así, se creará una empresa de contenidos de calidad bajo la marca de EL PAÍS en la que trabajaran alrededor de medio millar de profesionales.
El cambio organizativo implica además la creación de otras dos empresas: una de ellas prestará servicios administrativos, de sistemas, recursos humanos y distribución, entre otros, para la editora de El País; y otra aglutinará el área de producción. Esta reestructuración tiene una fecha marcada en el calendario, el 1 de marzo, aunque lleva preparándose tiempo, como ha explicado Cebrián, y supone "un desafío que durará muchos años". Las tres empresas estarán ubicadas en la sede actual del periódico, aunque en edificios diferentes.
El diario se asegura así, según ha explicado Cebrián, "su presencia futura en el proceso de formación de la opinión pública y de construcción del universo cultural y socioeconómico que ha supuesto desde la Transición tanto en España como en Latinoamérica". "Es la única forma viable para que dentro de 10 años siga existiendo, y para ayudar además a la supervivencia del resto de la prensa escrita", ha añadido.
Este proceso se llevará a cabo sin una reducción de empleo y permitirá a la empresa ganar competitividad y garantizar su futuro en el contexto de una crisis que "puede dejar pequeña la depresión de los años 30", según Cebrián. "La tasa de mortalidad de los periódicos es altísima. La fiesta ha terminado para todos y habrá que ser consecuentes. La crisis es coyuntural pero también hay que afrontar cambios estructurales en la prensa" ha explicado Cebrián, y "un periódico con la influencia de EL PAÍS debe tener capacidad de reflexión" y "no permanecer impasible porque está en juego el derecho a la información de los lectores".
En este contexto, EL PAÍS se refunda para ofrecer contenidos singulares y de calidad, aprovechar el acceso a los lectores a través de la Red, y distinguirse dentro del exceso de oferta informativa actual. Los periódicos del futuro, sean como sean, seguirán siendo en cualquier caso de los lectores, como ha explicado Cebrián, flanqueado esta mañana por los otros tres directores que ha tenido EL PAÍS en sus 33 años de historia (Joaquín Estefanía, Jesús Ceberio y el actual, Javier Moreno), y por su director general desde hace una década, Pedro García Guillén.