La difícil elección de cuándo volver a invertir en renta variable
Las ilusiones que ha despertado entre los inversores el inesperado inicio alcista de las Bolsas han tenido en los últimos días el contrapunto de unas correcciones que casi han devuelto las cosas a su estado original, es decir, a los niveles con los que las Bolsas cerraron el año 2008. En el territorio de la renta fija, en el que este año deberían en principio manejarse expectativas más cautas que las derivadas de la evolución positiva del pasado año, las rentabilidades han experimentado un cierto sobresalto ya que los tipos han registrado ligeras elevaciones en algunos plazos debido a las tensiones que se viven en los mercados financieros, aún no bastante despejadas.
Lo cierto es que las emisiones de títulos públicos que se han llevado a cabo en el curso de esta semana han puesto a prueba el grado de confianza que los inversores tienen en los riesgos estatales. Esta ligera desconfianza se ha traducido en subidas de las rentabilidades marginales con las que se han colocado los activos públicos emitidos. En principio, para los fondos de inversión y para los planes de pensiones estas mayores rentabilidades representan un ligero contratiempo pero pueden ser interpretadas como una señal de que en la renta fija, en especial en la pública, no va a ser un año de grandes expectativas de rentabilidad. En este mercado, no obstante, las emisiones corporativas pueden ofrecer interesantes márgenes de rentabilidad, aunque ello depende de la aceptación de riesgos bastante superiores.
En cuanto a la renta variable, los gestores tendrán que atinar muy bien para definir el momento en el que el mercado se encuentre en la zona de mínimos para disponer de recorrido alcista futuro, ya que en el medio plazo la recuperación de la Bolsa tendrá que llegar. El primer semestre puede ofrecer un panorama bastante similar al de la mayor parte de 2008, es decir, un continuo vaivén de alternativas, continuas subidas y bajadas, de la que tendrá que salir la buena.