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Libros

Juan José Almagro analiza el afán por ser directivo

Cuando Justo Villafañe, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, habla de los libros de Juan José Almagro, se refiere al género Almagro, a medio camino entre el management y la autoayuda. Libros amenos, porque el género Almagro armoniza, como en la alta cocina, ingredientes refinadísimos como la filosofía clásica con otros seleccionados en la despensa del refranero, aderezado con autores sugerentes para entender la sociedad actual. Al aludido le halaga y coincide en que ése debe ser el objetivo: 'desde la experiencia, ser capaz de poner negro sobre blanco los aspectos que contribuyen a que las empresas funcionen'.

El último ensayo, El penúltimo escalón (Prentice Hall, 178 páginas, 16 euros), cierra una trilogía integrada también por El reloj de arena y æpermil;rase una vez... jefes, jefazos y jefecillos. En el libro, Juan José Almagro reflexiona sobre el papel de la persona en la moderna organización llamada empresa.

El autor, especialista en Derecho Público y alto directivo de Mapfre -actualmente es director general de Comunicación y Responsabilidad Social-, reconoce que el tema de los valores en el mundo corporativo es una de sus preocupaciones personales.

En El penúltimo escalón se sirve de la metáfora de la escalera para ilustrar el camino que las personas siguen en una empresa y analizar los impulsos que motivan a éstas para subir de un peldaño a otro, quedarse en un rellano o intentar una y otra vez llegar a la cima. Decisiones voluntarias y muy personales, recuerda.

El primer escalón se nutre de la generación Y, los que están llegando, precisa Juan José Almagro, quien considera que hay que venderles qué es una organización y cómo tiene que desarrollarse. 'Me preocupa que la gente que llega sea capaz de integrarse, eso incumbe a la empresa y a los directivos', señala el autor.

La formación es clave para avanzar y el segundo escalón es uno de los más importantes de la escalada, una especie de campamento base desde el que prepararse . 'La formación nunca debe ser un privilegio', remarca.

En el tercer escalón se inician las jefaturas y a los mandos se les pide un comportamiento ético intachable. 'El ejemplo vale más que cualquier licenciatura o máster', asegura. El siguiente peldaño es el de los directivos. Juan José Almagro insiste en la necesidad de ser humildes y crear equipos.

Un camino escalonado hasta llegar al penúltimo escalón (en lo más alto de la escalera sólo cabe uno), que el autor reserva para las consideraciones que preocupan a un eventual presidente: conciliación, igualdad, el sueldo de los directivos o gestionar con éxito una organización en la que conviven diferentes generaciones.

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