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Columna
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Al que no se muera este año le va a pesar

Esta frase, que utilizan los paisanos granadinos de Luis Corona cuando anhelan expresar gráficamente su pesimismo sobre el futuro, bien pudieran pronunciarla los cubanos después de haber escuchado a su actual líder -Raúl Castro- anunciar que en 2009 se restringirán significativamente las gratuidades del sistema.

Curiosamente, lo que resultaría positivo en condiciones normales de presión y temperatura puede ser dramático en el desolador panorama que actualmente sufre Cuba. En efecto, la eliminación del gratis total en el marco de una economía dinámica, con vigor competitivo y salarios dignos, sería más que conveniente. Por el contrario, en un escenario de parálisis productiva, desabastecimiento general, absentismo laboral consuetudinario e infrasueldos, la medida anunciada por el hermano de Fidel no hará sino acrecentar en igual dimensión las dificultades de vida y el desánimo de los cubanos.

Claro es que la situación económica de los países con mayor nivel de desarrollo tampoco resulta especialmente halagüeña, y es que nunca fue más apropiado recordar que en todas partes cuecen habas.

Focalizando nuestra atención en España, constatemos que vamos a concluir el horribilis 2008 con un cuadro espeluznante: la economía estancada y a un paso escaso de entrar técnicamente en recesión; el desempleo en la tasa más alta de los últimos seis o siete años y creciendo a un ritmo endiablado; el déficit público de nuevo campando en nuestras cuentas…

La generalidad de las previsiones apuntan a que durante todo 2009 la economía española seguirá descendiendo en caída libre por el precipicio de la crisis. Entre las voces que participan de este pronóstico resulta especialmente autorizada la del gobernador del Banco de España. Miguel Ángel Fernández Ordóñez, con sus habituales criterio y mesura, lo ha expresado de modo nítido: el desempleo puede llegar en nuestro país al entorno del 17% o 18%.

Para describir de manera sintética lo que acontece en la economía española recurriremos, como en otras ocasiones, a los datos procedentes de la recaudación fiscal. Pues bien, los últimos datos oficiales, referidos a 30 de noviembre, confirman ya como inevitable el batacazo en 2008 de los ingresos tributarios.

En efecto, en términos homogéneos, el importe de lo recaudado por la Agencia Tributaria durante los 11 primeros meses del citado ejercicio es inferior en un 12,3% a la recaudación obtenida en 2007 en el mismo periodo. Además de la contracción de las grandes variables con trascendencia tributaria: empleo, rentas, consumo… existen otras causas que explican el bajonazo recaudatorio. Entre ellas puede citarse el peculiar agasajo preelectoral de los 400 euros o el habitual y comprensible empeoramiento del cumplimiento tributario en épocas de dificultades.

No obstante, en esta ocasión resulta novedoso la proliferación del recurso a la solicitud de aplazamientos de deudas tributarias por parte de los contribuyentes españoles, sin duda especialmente forzados a ello ante el credit crunch bancario que sufrimos. Nunca como hoy fue tan patente la reflexión acuñada por Tomás Merola, para quien 'en época de crisis, la Agencia Tributaria se convierte en el primer prestamista del país, eso sí, con la poca fortuna de ser el único prestador que no elige a sus prestatarios'.

Una idea de la dimensión de las deudas que se aplazan -o pretenden aplazarse- la encontramos en el IVA de las grandes empresas. Su recaudación en noviembre de 2008 ha sido inferior en un 17% a la del mismo mes del año anterior. Pues bien, un 42% de dicho porcentaje -es decir, 7 de los 17 puntos porcentuales del descenso- se deben a aplazamientos solicitados.

Es importante mencionar que los tres impuestos más significativos participan de la caída recaudatoria, si bien que con intensidades diferentes. Así, el descenso en los ingresos del IRPF es un 2% -1,4% en términos homogéneos-; la disminución en la recaudación del IVA es del 13,7% -igual proporción tras la homogeneización-, finalmente, el auténtico desplome en su aportación a la caja del Estado se produce en el impuesto sobre sociedades que baja un 35% -o un 34,2% si se homogeneizan sus importes-.

Evidentemente, esta evolución de la recaudación tributaria está teniendo su consecuencia negativa en términos de saldo presupuestario. A 30 de noviembre, el déficit de caja del Estado era del 1% -1,4% en términos de contabilidad nacional-, cuando en la misma fecha de 2007 teníamos un superávit de 2,3% y de 2,4% respectivamente. Hay que hacer notar, adicionalmente, que los citados déficits serían considerablemente mayores de no haber mediado el brusco frenazo en la ejecución del presupuesto de inversiones públicas impuesto por el Ministerio de Economía y Hacienda -con sus negativas consecuencias-. Pero, como es sabido, no se hace una tortilla sin romper un huevo.

En definitiva, nuestro panorama para el nuevo año es poco esperanzador. En eso, como tantas veces, compartimos penas cubanos y españoles, aunque en esta ocasión difieran las causas que apenan a unos y otros. En todo caso, frente al pesimismo de los congéneres de Luis Corona, merece la pena evocar a nuestro poeta declamando: 'Que la aurora no se muere / que el alba vuelve a nacer / de pie todas las mañanas'.

Ignacio Ruiz-Jarabo Colomer. Ex presidente de la SEPI, consejero de Copisa y presidente de Consulting Empresarial-Cataluña

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