Los secretos del guardia jurado
El sector de la seguridad privada quiere arrojar luz sobre su negocio para ganar capacidad de influencia.
En Europa se calcula que hay casi tres guardias jurados por cada 1.000 habitantes. Pero los especialistas en seguridad privada incluso ponen ese dato entre interrogantes porque las estadísticas a nivel nacional no son siempre comparables y la definición de guardia jurado, como se conoce en España a los agentes privados, varía de un país a otro.
El sector parece convencido de que esa falta de transparencia, sea deliberada o no, está lastrando su capacidad de influir en el diseño de las futuras estrategias europeas de seguridad, tanto en Bruselas como en las distintas capitales de la UE.
Y ha decidido corregir la situación con una serie de publicaciones y de actos que desean arrojar algo de luz sobre una actividad que en más de un país cultivaba la sombra.
El plan cuenta con el decisivo apoyo del Gobierno de Nicolas Sarkozy, que ha aprovechado su presidencia semestral de la UE para abogar por una armonización de las normas europeas sobre seguridad privada que faciliten la expansión de ese negocio.
Con ese objetivo, París convocó en diciembre una cumbre europea de la seguridad privada que sirvió también para presentar el primer Libro Blanco sobre la actividad, elaborado por la patronal europea del sector (CoESS) y un instituto francés de estudios (Inhes).
'Los agentes de seguridad privada eran considerados poco menos que unos vigilantes antidemocráticos', recuerda ese Libro Blanco. 'Ahora', añade, 'son reconocidos como grandes profesionales a los que se les confía la seguridad de terceros'.
El retrato-robot que surge de uno de esos ejercicios es un guardia jurado de entre 25 y 45 años, varón en un 80% de los casos y un horario laboral de unas 40 horas a la semana.
Los estudios de mercado añaden que se trata de una actividad en plena expansión como consecuencia del mayor número de espacios privados destinados al uso público (como supermercados o recintos deportivos); las restricciones presupuestarias de algunos Estados; o la imposibilidad de la policía de atender una creciente demanda de seguridad personal.
A pesar de esas amplias oportunidades, el negocio de la seguridad privada (que en España facturó más de 3.500 millones de euros en 2007) acusa una presión a la baja en sus precios y una evidente dificultad en atraer y, sobre todo, mantener al personal necesario. En España, según el citado Libro Blanco, el Ministerio del Interior y las empresas del sector calculan que hay unas 20.000 vacantes por cubrir.
La profesión también adolece de una falta de definición clara y armonizada sobre sus competencias exactas. Mientras en el Reino Unido los agentes privados incluso pueden trasladar y vigilar a detenidos, en otros países, como España, sus prerrogativas son más restringidas.
Hungría bate el récord de uniformes
La distribución geográfica de los guardias jurados en la Unión Europea resulta muy diversa y, a veces, sorprendente. Hungría, el país con más agentes privados per cápita, cuenta con más de 11.000 empresas de seguridad privada que emplean a unas 80.000 personas para una población de 10 millones de habitantes. En Alemania, con una población ocho veces mayor que la húngara, sólo hay 3.500 empresas con 173.000 efectivos.El Libro Blanco publicado por la patronal europea del sector y por un instituto público francés no atribuye esas diferencias a cuestiones culturales ni políticas, sino a la 'dinámica del mercado' y 'a la emergencia y consolidación de una demanda efectiva'. Pero no parece casualidad que entre los seis países de la UE que tienen más agentes privados que públicos figuren cuatro del antiguo bloque socialista (Polonia, Hungría, Eslovaquia y Estonia), donde el Estado ha reducido su tamaño.