La recesión mundial ya no es exclusiva de los agoreros
Las perspectivas macroeconómicas para el año entrante difícilmente pueden empeorar. Las probabilidades de que el mundo se adentre en la primera recesión global desde la Segunda Guerra Mundial aumentan a medida que se conocen nuevos indicadores reales y de confianza. En los países ricos ya está cantada, según el FMI, y no está claro que los emergentes aguanten lo suficiente para compensar esa caída y evitar los números rojos globales.
EE UU
La primera potencia mundial se encuentra especialmente amenazada, y podría encontrarse en los próximos meses en un escenario diabólico que combine recesión con deflación. La Reserva Federal pretende evitar esta última, con un recorte histórico de tipos de interés y calentando ya la máquina de imprimir dinero. El 20 de enero tomará oficialmente el mando del país Barack Obama, que concita a su alrededor un halo de esperanza frente al destrozo que deja en herencia George W. Bush. El nuevo presidente demócrata se estrenará con la presentación de un plan de rescate valorado en 700.000 millones de euros, que se centrará en las nuevas tecnologías y las energías renovables.
Europa
El riesgo de deflación parece menos presente en la Unión Europea, que sí sufrirá, en cambio, los efectos de la recesión en forma de un fuerte incremento del paro. La apreciación del euro derivada de la bajada de tipos en EE UU obligará al BCE a ir más lejos de lo previsto en los recortes en la zona euro. Mientras el Consejo Europeo busca salvar el Tratado de Lisboa con otro referéndum en Irlanda, la UE se enfrenta al incumplimiento generalizado del Pacto de Estabilidad, vía elevación del déficit público.
España
Como es sabido, España se las arregla para crear mucho más empleo que sus socios europeos en tiempos de bonanza, pero también los destruye a mucha mayor velocidad en las pésimas circunstancias actuales. La tasa de paro podría superar el 15% en 2009, aunque el Gobierno espera que la inyección de 8.000 millones de euros a los ayuntamientos amortigüe la caída del empleo. La salida de la crisis se aleja en el horizonte y la paz social puede resquebrajarse.