Salir del bache sin caer al precipicio
Miguel Rodríguez
Me dejaría cortar una pierna por estar ya en diciembre de 2009', comentaba un gestor esta última semana. 'Feliz 2010', es la frase que en forma de chanza se lanzan los economistas estos días prevacacionales.
Hace poco más de un año las perspectivas para 2008 eran malas. Hacía pocos meses que acababa de estallar la crisis subprime y la tensión ya se masticaba en el ambiente. Se aventuraba un 2008 complicado, pero difícilmente podía nadie esperar que los acontecimientos se desarrollaran como hasta ahora.
Ni se esperaba un desplome de las Bolsas del 40%, ni una crisis financiera de estas características, ni mucho menos la quiebra de un gigante como Lehman o una sequía del mercado interbancario y de crédito como la que aún vivimos.
Lo bueno de este 2009 es que ya poco más puede sorprendernos (aunque nunca se sabe, claro). Pero, al menos, nos hemos puesto en lo peor. Ya tenemos asimilado que 2009 va a ser un año malo, muy malo, especialmente en el terreno económico. Ya estamos en recesión y ahora sólo es cuestión de lograr salir del bache sin caer al precipicio.
Hemos pasado en muy poco tiempo de la desaceleración en un entorno inflacionista a la recesión con serios riesgos de deflación. Lo bueno -o lo menos malo a estas alturas- es que ya estamos sobreaviso y, a lo mejor, estando en lo peor, las sorpresas vienen por el lado más positivo.
Lo mejor que les puede pasar a las economías es que comiencen su recuperación a finales de 2009 o principios de 2010. Lo peor, la tan temida depresión: un largo periodo de estancamiento.
Pero si, efectivamente, se confirma el primer escenario, las Bolsas podrían incluso vivir un rally a mediados del año que viene. Al fin y al cabo, son indicadores adelantados de la actividad económica.
No son momentos de poner la mano en el fuego por nada, pero, a lo mejor, por qué no, 2009 es mejor ejercicio para las Bolsas que 2008.