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Crisis en el motor

George Bush sopesa la opción de la bancarrota para Detroit

El presidente aún no ha decidido si dará a GM y Chrysler un crédito para asegurar su supervivencia a corto plazo

La Casa Blanca está considerando que la mejor ayuda para las automovilísticas de Detroit es una bancarrota 'ordenada', justo el proceso que estas empresas quieren evitar porque consideran que, a diferencia de otras compañías, la demanda de sus productos se vendría abajo, algo que les impediría emerger de un proceso de supervisión judicial.

El presidente George Bush, que ayer participó en un acto en el conservador American Enterprise Institute, reconoció que esta es una opción pero también dijo que aún no ha tomado una decisión sobre qué hacer para ayudar a esta industria. GM y Chrysler han pedido un crédito puente de 14.000 millones de dólares (9.800 millones de euros) antes de que acabe el año. De no tener ese capital, la caja de estas compañías no permitirá las operaciones más allá del primer trimestre del año en el caso de GM. Los economistas coinciden en que los efectos del cierre de estas empresas serían devastadores para el sector y la débil economía.

El Gobierno dijo que estudiaría la posibilidad de dar dinero del TARP (el plan de 700.000 millones de dólares salvamento para la banca) a estas compañías pero de momento no lo ha hecho y el tiempo apremia. El dilema de Bush es que, por un lado, no quiere poner sobre las espaldas de Barack Obama una 'gran catástrofe' pero, por otro lado, le preocupa 'poner buen dinero sobre malo', es decir financiar a una empresa sin perspectivas.

Ante una audiencia muy cercana ideológicamente, Bush dijo que 'en circunstancias normales', la bancarrota es la mejor opción, pero reconoció que estas 'no son circunstancias normales'. 'Me preocupa la psicología de los mercados si hay una bancarrota desordenada'.

Conseguir parte del dinero ya presupuestado del TARP, 350.000 millones de dólares (245.175 millones de euros), es un problema porque apenas queda. Acceder al resto, otros 350.000, obligaría al secretario del Tesoro a pedir autorización al Congreso y ofrecer un plan para su uso, algo que abre otras cajas de truenos y parece complicado en el escaso tiempo que queda.

Mientras tanto, las automovilísticas están poniendo en marcha ya decisiones extremas. Chrysler, que solía parar las fábricas durante 15 días, coincidiendo con las fiestas, amplía este año el calendario para hacerlo un mes. Debido a la caída del mercado, GM, Ford y Chrysler van a cerrar temporalmente la producción en un total de 59 plantas de ensamblaje.

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