La subida de la Bolsa en la semana impulsa las carteras de renta variable
Los planes de renta variable, a pesar del estirón que han experimentado sus rentabilidades en los últimos días, van a cerrar el año previsiblemente con unas pérdidas del orden del 35%, las más elevadas posiblemente de la historia del sector. No se ha producido un gran desplazamiento de dinero desde estos fondos hacia los más defensivos, tal y como permite la regulación de estas entidades, de las que los partícipes no pueden sacar el dinero hasta el momento de la jubilación (o por razones excepcionales tipificadas por la normativa), lo que viene a demostrar una vez más que el partícipe de no es un inversor activo que sigue de cerca la evolución de su ahorro y trata de posicionarse de la mejor forma en función de lo que sugiere la evolución de los mercados.
Las decisiones de cambio de plan de pensiones se toman por lo general de la mano de las ofertas de las propias entidades, que están bonificando, sobre todo en estas épocas de final de ejercicio, el traslado de dinero de una gestora a otra, lo que a veces conlleva el cambio de tipología del plan en el que se tiene el dinero. Desde luego a estas alturas, sacar dinero de la renta variable implica asumir importantes pérdidas y, dado que muchos analistas consideran que estamos en zona próxima a mínimos, parece aconsejable que lo que no se hizo en los primeros movimientos a la baja no es lo más conveniente realizar a estas alturas.
Con los movimientos de los mercados a lo largo de esta semana, los planes de renta variable han recuperado en torno a un 4% mientras los de renta fija, sobre todo aquellos de cierta duración, por encima de los cuatro o cinco años, han consolidado los avances de la semana anterior, que es cuando se produjo el principal impacto de la última bajada de tipos y en la que las rentabilidades a largo se acomodaron a niveles más bajos. La renta fija aún proporciona el salvavidas más idóneo para el naufragio bursátil, cuya finalización quizás no esté lejana.