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La Bolsa y el vaso medio lleno

Miguel Rodríguez

La huida de los inversores hacia activos sin riesgo puede tener consecuencias positivas, al menos en el medio y largo plazo. La desinversión en renta variable y la inversión en renta fija de la máxima calidad ha provocado el abaratamiento de las acciones y el encarecimiento de los bonos del Tesoro.

En estos momentos los inversores, los ahorradores, no quieren oír hablar de rentabilidades; tratan simplemente de no perder dinero, incluso si, como ha sucedido con las Letras del Tesoro de EE UU, el rendimiento ofrecido es cero. Es decir, que es lo mismo meter el dinero en cuentas corrientes que invertirlo en Letras del Tesoro, porque la demanda de estas últimas ha llevado a un punto en que los ahorradores prácticamente pagan por tener su capital en activos líquidos del Estado.

La situación, viendo el vaso medio lleno, es positiva, porque está mejorando el coste de oportunidad de la renta variable, o lo que es lo mismo, la rentabilidad exigida por el accionista para invertir en Bolsa y no en otros activos. El coste de oportunidad, básicamente, es la rentabilidad que debe ofrecer la Bolsa sobre los activos sin riesgo. Y a medida que el rendimiento de los activos sin riesgo (letras y bonos del Estado) desciende, la renta variable gana atractivo, porque la prima de riesgo, en términos absolutos, es más baja.

Si a eso le sumamos que la valoración de las compañías cotizadas está por los suelos, encontramos argumentos en favor de la inversión en Bolsa frente a la deuda pública.

Obviamente, esto no significa que los mercados de valores tengan que subir sí o sí. Hace falta primero que los inversores se recuperen del susto, y comiencen a pensar en rentabilizar el ahorro más que en no perderlo. Para eso muchas aguas deben todavía volver a su cauce.

En primer lugar, aún está por confirmar el alcance de la recesión económica y su impacto sobre los beneficios y los dividendos de las compañías. Por no hablar de la tensión que persiste en los mercados de crédito y el riesgo de que haya más rescates y quiebras.

Pero, recuperada la confianza, ¿por qué no esperar un rally? Oportunidades hay en el mercado. Lo realmente difícil, ahora, es acertar con el momento.

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