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Columna
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Conflicto de gestión

En octubre, el Reino Unido sugirió que sería tan despiadado como Henry Kravis en la búsqueda de un rendimiento financiero digno de los 37.000 millones de libras que se comprometió a invertir en sus bancos nacionales. Pero un Gobierno no es un simple socio en un fondo de capital riesgo. Representa a los contribuyentes de su país, cuya definición de interés comercial no se limita a los precios de las acciones y los retornos sobre el capital.

Por supuesto, el Gobierno debería preocuparse por el valor de su inversión, aunque su principal desvelo son de 1,4 billones de libras de la economía del Reino Unido. Ya que se encuentra en mal estado y podría empeorar si los bancos tiran demasiado del préstamo. La reactivación de la economía depende de una adecuada disponibilidad de crédito. Que tal vez requiera de riesgo y de una indulgencia con los prestatarios involucrados en todo este proceso.

Los problemas del programa de estabilidad económica se concentran en la supervisión comercial que el Gobierno británico prometió en octubre. Desde el punto de vista del Ejecutivo, está claro qué visión debe prevalecer. Pocos aclamarían si el Gobierno anuncia un beneficio de 5.000 millones de libras de aquí a dos años por la venta de un reducido, reestructurado y financieramente fuerte Royal Bank of Scotland (RBS), si el gasto de su adquisición llega a ser tan fuerte que amenace con arruinar la economía del Reino Unido.

Pero no es imposible reconducir el conflicto. Así como la economía depende de los bancos en el corto plazo, las fortunas de los bancos dependen de la economía en el medio y largo plazo. Con lo que en una proyección a largo plazo, es posible la gestión comercial de Royal Bank of Scotland y otras entidades financieras con estrategias a corto plazo dirigidas a impulsar la economía del Reino Unido.

El precio de la acción de Royal Bank of Scotland (RBS) lo dice todo. La mañana del viernes se situaba a 54 libras, contra un precio de subscripción de 65,5 libras. Durante algún tiempo, esta institución valdrá más para el contribuyente del Reino Unido que para los propios accionistas de la entidad. Por Christopher Hughes

Gracias, Bank of America

De acuerdo al espíritu americano del Día de Acción de Gracias, vamos a dar las gracias a los accionistas de Bank of America (BofA) por salvar a uno para el equipo. Eso es lo que esencialmente harán si dan luz verde a la probable adquisición del banco Merrill Lynch la semana que viene.Bajo casi todos los parámetros, Merrill no vale ni remotamente lo que el banco dirigido por Ken Lewis aceptó pagar en septiembre. Por lo tanto, los accionistas podrían sentirse tentados de votar en contra de la operación cuando se reúnan el viernes 5 de diciembre.El problema es, tras el último rescate de Citigroup y los múltiples intentos de estabilizar Morgan Stanley, Goldman Sachs y otros veteranos bancos de inversión, que una negativa originaría otro shock para el sistema financiero.Después de todo, Merrill fue recogido por Bank of America en un acuerdo de oferta de acciones el mismo domingo en que Lehman Brothers tiró la toalla, cuando arrancó la espiral que ha sacudido los mercados de todo el mundo.Si el jefe de Merrill no hubiera vendido, el mayor corredor de valores de Estados Unidos hubiera sido la presa del pánico de los mercados.Desde que el acuerdo se anunció, las acciones de Goldman y de Morgan Stanley han caído un 50% y un 61% respectivamente. Merrill perdió solo un 28%. Sólo le hubiera ido mucho peor.Visto ahora, la ganga del domingo parece cara. Los principales rivales de Bank of America (Wells Fargo, Bancorp y JPMorgan) han caído un 16%, 22% y 26%, respectivamente, de lo que resulta una media del 21%. La cotización de BofA ha perdió un contundente 54% de su valor tras el acuerdo con Merrill. Esos 33 puntos de diferencia significa que se han evaporado 50.000 millones de dólares de su valor de mercado.No todo es responsabilidad de Merrill. Bank of America también adquirió Countrywide Financial, uno de los mayores bancos hipotecarios durante los años cachondos, pero que ahora se encuentra muy grave. Al final, visto lo que ha ocurrido en el sector, debería ser envidiado el apoyo de los accionistas a la operación. Al menos, los accionistas pueden dormir tranquilos sabiendo que gracias a la intervención de Bank of America han podido evitar otro gran paso en falso en la crisis. Por Rob Cox

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